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lunes, 15 de noviembre de 2010
LA MUERTE DEL ENEMIGO III: LA OPERACION DEL GOBIERNO PARA CINCELAR UNA LEYENDA CONVERTIR A KIRCHNER EN UN ROCKSTAR
La operación del Gobierno para cincelar una leyenda
Convertir a Kirchner en un rockstar
Pablo Sirvén, LA NACION
Lunes 15 de noviembre de 2010 | Publicado en edición impresa
La vida tiene esas vueltas. Quién podría haber imaginado que, algún día, un áspero funcionario sureño de saco y corbata, con tendencia a eternizarse en sucesivos cargos electivos (intendente, gobernador, y que hizo de la presidencia un bien ganancial), con profusos y millonarios negocios inmobiliarios, de gustos culturales y artísticos desconocidos, apegado al menemismo en los 90 y encaramado en la primera magistratura del país por un caudillo del peronismo bonaerense ortodoxo, podría convertirse en una suerte de "rockstar" de la política gracias a su abrupta muerte.
Desgarbado, de eternos mocasines, con el saco cruzado permanentemente abierto, el ojo estrábico, el naso prominente y el seseo al hablar, Néstor Kirchner, desde el primer día en que irrumpió en la escena nacional, fue políticamente incorrecto, enamoradizo repentino de todo lo "progre", que abrazó con la misma fuerza con la que antes lo había desconocido. Un adolescente se había metido en el cuerpo de ese adulto que jugueteaba con el bastón de mando en el Congreso y que chocaba su cabeza contra una cámara hasta sangrar en su primera "zambullida" en medio del calor popular.
El mandatario que mucho antes de la aciaga noche de la resolución 125 nunca había ido a la inauguración de la Exposición Rural, en cambio, se bancaba con gusto las juguetonas insolencias de los noteros de CQC , hacía un curso veloz de derechos humanos y lograba que las figuras más populares del folklore y del rock local cantaran en las fiestas magnas del kirchnerismo y en el Salón Blanco de la Casa de Gobierno. Aceptó la caricatura de pingüino que se le endilgó y al principio tiró por la borda al peronismo completo (incluido su padrino Duhalde) para intentar una "transversalidad" que quedó en boceto antes de volver a conducir el "aparato" y abrazarse con Hugo Moyano, columna vertebral sindical y, según un rumor medianamente desmentido, uno de los causantes del patatús final.
Presidente capusottiano por excelencia no obstante no haber llevado adelante la prometida reforma de la política y, en cambio, sí haber profundizado las peores y más arcaicas prácticas clientelísticas de untar con dinero a funcionarios y comunicadores afines, y de haber vuelto mucho más ricos y poderosos a sus amigos más estrechos, Kirchner avanzó por la vida y hacia la muerte en una ola que, inesperadamente sobre el final, fue incorporando fragancias juveniles, los muy dispuestos y maleables militantes 2.0 que como perros guardianes vigilan el espacio virtual las 24 horas del día los siete días de la semana para salir a desollar a todo aquel que ose desafiar la gran zapada K.
Ellos imaginaron al ex presidente como un héroe de historieta y lo metieron dentro de la escafandra de El Eternauta. Empapelaron la ciudad con esa imagen y la leyenda "La juventud le habla a Néstor Kirchner", que la segunda y seria intervención cardíaca en lo que iba del año, en la noche del 11 de septiembre último, obligó a trocar por la imagen de Cristina como eternauta suplente estelar, aunque un lívido Kirchner, de todos modos, se hizo presente en el acto apenas dos días después.
El desafío de esos jóvenes era salir de detrás de las pantallas de sus computadoras y celulares para corporizarse en el Luna Park y creerse ellos mismos, ante la evidencia, de que existían. Cuando tomaron conciencia de ello, el que dejó de existir fue Kirchner justo el día del censo, que el Gobierno pretendía convertir en otra gesta.
Unos días antes, en su activo Twitter, en uno de sus habituales denuestos generalizados contra la prensa, Cristina Kirchner había calificado a los periodistas de "caranchos", a propósito de la muerte del militante Mariano Ferreyra, arteramente asesinado por una patota ferroviaria por protestar contra la tercerización laboral en el Roca. Ese cadáver no se había terminado de enfriar cuando llegó al Salón de los Patriotas Latinoamericanos el cajón cerrado con los restos de Kirchner (o conteniendo quién sabe qué, según alocadas leyendas urbanas que empezaron a correr y que Mirtha Legrand no hizo más que amplificar). Nacía el mito.
La revista satírica Barcelona , más que la acostumbrada comicidad corrosiva que la caracteriza, hizo un homenaje risueño en su tapa, que presentaba al ex presidente a la manera de Jim Morrison, con el título "Néstor not dead" y la siguiente volanta: "Murió un crispador, nació un rockstar ".
Ahora que falleció, Néstor Kirchner se convierte en una figura virtual que se puede reformatear a gusto del consumidor sin que el original ya pueda desmentir nada ni arruinarlo todo con una de sus salidas imprevistas a contrapelo.
Sin embargo, el casi virginal diputado había sido investido con el traje de El Eternauta, que su propio autor calificó como "el viajero de la eternidad", cuando aún se encontraba entre nosotros.
En 1957, un año más tarde de los fusilamientos de civiles y militares ordenados por la Revolución Libertadora que comandaban el general Pedro Eugenio Aramburu (secuestrado y asesinado en 1971 por los Montoneros) y el almirante Isaac Francisco Rojas (a cuyo velatorio, en 1993, asistió el entonces presidente peronista Carlos Menem), con libros de Héctor Germán Oesterheld (secuestrado y desaparecido, como sus cuatro hijas, durante la última dictadura militar) y dibujos de Francisco Solano López (descendiente del caudillo paraguayo del mismo apellido), se comenzó a publicar en la revista Hora Cero Semanal la tira El Eternauta , una historia de ciencia ficción al estilo de La guerra de los mundos , de H. G. Wells, pero ambientada en una Buenos Aires en la que una extraña y persistente nevada mortífera deja exánimes los cuerpos que se exponen a ella.
Hacia mediados del siglo pasado, las historias de extraterrestres que invadían nuestro planeta se multiplicaron en repetidas y pesadillescas películas de tenebrosos alienígenas, especialmente cuando la Guerra Fría amenazaba con hacer saltar por el aire la paz mundial. Pero la genialidad de Oesterheld fue más allá: como en un juego de capas de cebolla muy bien dosificado, El Eternauta no se conforma con contar la convencional historia de fieros dominadores que quieren conquistar a pueblos más débiles, sino que muestra que los que invaden están divididos en una suerte de castas y manejados a su vez por otros seres superiores que los sojuzgan a ellos.
Hay bólidos incandescentes que caen todo el tiempo del cielo, rayos paralizantes y alucinaciones que los invasores provocan en los terrícolas para confundirlos y asustarlos. Sin embargo, donde Oesterheld pone especial atención es en un grupo reducido de amigos que estando en clarísima desventaja frente a los conquistadores del espacio no están dispuestos a dejarse doblegar fácilmente. Sus armas principales no son materiales sino psicológicas y espirituales: inteligencia, deducción, espíritu de cuerpo, confianza, sentimientos fraternos hacia el prójimo, orgullo y defensa del lugar en el que viven. "En la guerra como en el box -dice uno de los personajes- cuando el adversario vacila hay que pegarle con todo." Y dice otro: "Hasta que nos derroten no dejaremos de avanzar".
¿Qué tipo de alegorías sutiles y no tanto, asociables al kirchnerismo, observa la ascendente organización juvenil La Cámpora para que en su página web aparezca el dibujo reconocible de El Eternauta, pero con la cara de Néstor Kirchner, y la leyenda "Yo quiero militar bancando a Cristina"?
La aparición espontánea e incentivada, entre otras cosas, por la atención excluyente que los medios le dieron a la muerte de Kirchner, de miles de jóvenes sentidos o curiosos en sus exequias demostró a los cerebros del Gobierno que hay por ese lado un filón poco explotado que puede brindarle una bandera nueva y deseable. De inmediato, como obedeciendo a un mandato invisible, la mayoría de los medios afines al kirchnerismo empezaron a publicar notas de tapa sobre el fenómeno de esta nueva "juventud maravillosa" que con su sangre joven podría facilitar la reelección de Cristina Kirchner, o de quien represente oficialmente a esa corriente peronista, en las elecciones del año que viene.
Desde que el ex presidente abandonó este mundo, 6,7,8 (y sus satélites TVR y Duro de domar ) trabajan persistentemente en el cincelamiento de la figura de Kirchner desde un lugar jovial y lúdico. Se lo ve sacando la lengua (asociación con los Rolling Stones), se reproducen las escenas dolientes de los jóvenes que fueron a rendirle postrer homenaje y se arman informes donde el ámbito rockero local se encolumna fervientemente detrás de "el modelo". El rock, que nació para ser contestatario y cuestionar al poder, se muestra indulgente con el actual, en la excusa de que el poder ahora se ha diseminado en muchas partes, y más que en el Gobierno se encuentra agazapado en los empresarios y en los medios de comunicación "vendepatrias" y "cipayos".
La necrofilia justicialista se aggiorna convirtiendo a Néstor (así, sin apellido) en un ícono apetecible para los jóvenes, en un héroe de historieta a cuyo influjo la República podría conocer páginas aún más gloriosas. © La Nacion
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