ACADEMICUS



UN PUENTE ENTRE EL MUNDO ACADÉMICO Y UNIVERSITARIO Y LA SOCIEDAD.


lunes, 27 de septiembre de 2010

Murió el maestro Carmelo Arden Quinn, figura decisiva en el movimiento abstracto y constructivo argentino de los 40, vivía en Paris







El pasado 12 de agosto, el Artista plástico uruguayo , Carmelo Arden Quin, -fundador del Movimiento MADI- fue nombrado por el Intendente de la Capital Dr. Ricardo Ehrlich, Ciudadano Ilustre de Montevideo.
En su domicilio en las afueras de París, el maestro Arden Quin, acompañado de su señora esposa Sofía y su amigo el plástico Bolívar Gaudín, recibió una medalla conmemorativa de la distinción otorgada, de manos del señor Embajador Jorge Lepra y del Consejero Santiago Wins de la Delegación Permanente del Uruguay ante la UNESCO.
Con sus 96 años de edad, Arden Quin es considerado por la crítica internacional, uno de los 50 artistas contemporáneos más influyentes a nivel mundial, manteniendo intactas su vigencia y su capacidad creadora.
Sus obras forman parte de colecciones de los más importantes museos dedicados al arte contemporáneo a nivel mundial, como por ejemplo el Centro Pompidou en París.

ARDEN QUIN, CARMELO
Nació el 16 de Mayo de 1913 en Rivera (Uruguay) con el nombre de Carmelo Heriberto Alves. Antes de llegar a la Argentina a fines de la década del ’30, vive en Brasil y Uruguay.
Fue poeta y escritor político; en 1944 junto a un grupo de artistas entre los cuales se destacan: Torres García, Lidy Prati, entre otros, inició su labor teórica al elaborar y publicar la revista "Arturo" de artes abstractas. Al año siguiente los animadores de dicha revista se dividen y Arde Quin en compañía de Martín Blaszko, Rothfuss y Gyula Kosice instauran el movimiento Madí que edita, entre los años 1947 y 1950, la revista "Arte Madí".
En 1948 lleva el Madismo a París; luego retorna a Buenos Aires en 1955, donde organiza con el poeta Aldo Pellegrini, la "Asociación Arte Nuevo", que reúne artistas geométricos y abstractos. Finalmente en 1956 parte a París.
Sus pinturas y esculturas realizadas preferentemente en planchas finas de madera o metal son de variadas formas y en sus superficies planas o curvas introduce dibujos de líneas geométricas.

jueves, 23 de septiembre de 2010

EIJI OUE DIRIGIRÁ LA FILARMÓNICA DE BUENOS AIRES EN EL COLÓN Jueves 23 de septiembre, 20.30 h

EIJI OUE DIRIGIRÁ LA FILARMÓNICA DE BUENOS AIRES EN EL COLÓN

El concierto contará con la actuación del violista Aníbal Dos Santos como solista.


El jueves 23 de septiembre a las 20.30, la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires realizará el décimo primer concierto de su temporada 2010 en el Teatro Colón, dirigida por el renombrado maestro japonés Eiji Oue y con la actuación del solista venezolano Aníbal Dos Santos en viola. Integran el programa Diario VI - Tres piezas para orquesta de Gerardo Gandini (1936), el Concierto para viola de William Walton
(1902-1983) y la Sinfonía Nº 6 en Si menor, Op. 74, “Patética” de Piotr Ilyich Tchaikovsky (1840-1893).

La Orquesta Filarmónica de Buenos Aires ha sido distinguida en 2009 con el Premio Konex de Platino como la mejor orquesta argentina de la última década.

El director Eiji Oue, nació en Hiroshima, Japón. Actualmente y desde 2003 es director principal de la Orquesta Filarmónica de Osaka. Ha sido director musical de prestigiosas orquestas como la Erie Philharmonic, Pennsylvania; la Orquesta de Minnesota; la NDR Radiophilharmonie, Hannover (donde actualmente es director honorario) y la Orquesta Sinfónica de Barcelona i Nacional de Catalunya. Estudió con Hideo Saito, el maestro de Seiji Ozawa. En tres giras por las principales ciudades musicales del mundo, compartió el podio con Leonard Bernstein, quien fue su mentor. Se presenta nuevamente en el Teatro Colón, donde en 2001 dirigió La consagración de la primavera de Stravinsky junto a la Filarmónica de Buenos Aires.

Compositor, pianista y director, Gerardo Gandini ha escrito más de 120 obras y ha obtenido numerosas distinciones, entre ellas el VIII Premio Iberoamericano de la Música Tomás Luis de Victoria, máxima distinción a la música iberoamericana. Diario VI - Tres piezas para orquesta fue realizada en respuesta a un encargo para celebrar el 50º aniversario de la Orquesta Sinfónica Nacional en 1998. Son transcripciones del compositor de anteriores piezas suyas; llevan por título “Berceuse”, “In memoriam” -un canon homenaje al violista Tomás Tichauer- y "Transformaciones sobre el Rondó en La menor de Mozart".

Luego del exuberante ingenio de sus primeras obras y de un período de compromiso con el neoclasicismo, el compositor inglés William Walton se afirmó en la corriente neorromántica. Esta orientación está presente en su Concierto para viola, compuesto en 1929, en el cual aprovechó al máximo las posibilidades expresivas de un instrumento que el siglo XIX había descuidado. El autor admitió después haber estado muy influenciado por el Concierto para viola de Paul Hindemith, quien fue el solista que lo estrenó en 1929, bajo la dirección del propio Walton.

Aníbal Dos Santos nació en Caracas, Venezuela, y es primer viola de la Orquesta Filarmónica de Bogotá. En 1982 estudió en Filadelfia con el violista Joseph de Pasquale en el Curtis Institute of Music, donde terminó sus estudios en 1988. Realizó en 2007 el estreno americano de Viola, Tango, Rock Concerto del afamado compositor Benjamin Yusupov. Realiza una amplia labor pedagógica en la Universidad Nacional de Colombia y en la Fundación Universitaria Corpas.

Piotr Ilyich Tchaikovsky compuso entre febrero y fin de agosto de 1893 la Sinfonía Nº 6 en Si menor, Op. 74, “Patética”. Dirigió el estreno en San Petersburgo el 28 de octubre del mismo año, nueve días antes de morir. La consideraba su mejor composición y se la dedicó a Vladimir Davydov, su sobrino y uno de los grandes amores de su vida. En un primer momento pensó en llamarla Sinfonía programática, pero se dio cuenta que estimularía la curiosidad acerca del programa, que no quería revelar. Su hermano Modest, sugirió el título con el que se la conoce. Excepcional expresión de talento y sensibilidad, es una de las obras más preciadas del repertorio sinfónico.

Entradas en venta en la boletería del Teatro Colón, Tucumán 1171, de lunes a sábado de 9 a 20 y los domingos de 10 a 17, también puede adquirir telefónicamente al 5533-5599, o por internet en www.teatrocolon.org.ar o en www.tuentrada.com

martes, 21 de septiembre de 2010

Kátia Kabanová de Leos Janacek, es el cuarto título de la temporada lírica del Teatro Colón. Hoy 20:30


El autor de la música de Leos Janacek (Hukaldy 1854- Lovavskâ Ostrva1928)

Con cuatro funciones a partir del martes 21 de septiembre a las 20.30 (Gran Abono), regresa luego de cuarenta y dos años de ausencia del escenario del Colón Kátia Kabanová, ópera en tres actos con música y libreto de Leos Janacek , basado en La tempestad de Alexandr Ostrovsky. Se trata de una nueva producción del Teatro Colón, con la dirección de escena, escenografía e iluminación de Pedro Pablo García Caffi, el diseño de vestuario de Mini Zuccheri, y la dirección musical de György Rath. Las siguientes funciones tendrán lugar los días viernes 24 de septiembre a las 20.30 (Abono nocturno tradicional), domingo 26 de septiembre a las 17 (Abono vespertino) y martes 28 de septiembre a las 20.30 (Abono nocturno nuevo).
La trágica historia inspirada en el amor real de Janacek por Kamila Stösslová, será interpretada en esta oportunidad por la soprano eslovaca Andrea Dankova como la protagonista, el tenor Mark Duffin como Boris, la mezzosoprano Agnes Zwierko como Kabanicha, el bajo alemán Reinhard Dorm como Dikoj, el tenor David Curry como Vanja, la mezzosoprano rusa Elena Zhidkova como Bárbara, y el tenor inglés Philip Sheffield como Tichom. Completan el elenco los cantantes argentinos Leonardo Estévez, Laura Domínguez, Vanesa Tomas, Marcos Padilla y Guadalupe Barrientos. Actuará el Coro Estable del Teatro Colón, dirigido por Peter Burian, y la Orquesta Estable del Teatro Colón, todos con la dirección musical de György Rath.
El compositor checo Leos Janacek ha estado presente en las temporadas del Colón con obras como El caso Makropoulos, Jenufa y La zorrita astuta. Janacek tenía sesenta y siete años cuando se estrenó Kátia Kabanová en Brno, el 23 de noviembre de 1921. La historia cuenta la torturada vida de Kátia, una mujer casada que a causa de una relación paralela a su matrimonio encuentra la solución en el suicidio arrojándose al río Volga. La fuerza dramática de la obra está subrayada por el clima opresivo que precede a la tormenta durante la cual la protagonista confesará su desliz, y la intensidad del lenguaje musical se funde con la profundidad teatral del libreto, que adquiere un matiz especial ante su correlato con la situación real afectiva de Janacek y Kamila Stösslová.
El director Pedro Pablo García Caffi emitió estos conceptos sobre la obra, para la última edición de Revista Teatro Colón: La ópera Kátia Kabanová es una obra evocativa y melancólica cuyo tema central constituye una lucha entre la sensualidad y la represión, el pecado y la virtud, la libertad y el encierro emocional. Es una partitura excepcional por su estructura e intensidad, pero también por el poder de representar en forma poética un mundo de oscuridad, un mundo dominado por la superstición, la ignorancia y la crueldad… Cada frase musical, cada parte cantada, cada gesto corporal de esta opera supone implicaciones psicológicas, pero básicamente me he centrado en el lirismo para acentuar los valores de esta narración... “

Las funciones de Kátia Kabanová de esta temporada se llevarán a cabo en las siguientes fechas y horarios: martes 21 de septiembre a las 20.30 (Gran Abono); viernes 24 de septiembre a las 20.30 (Abono Nocturno Tradicional); domingo 26 de septiembre a las 17 (Abono Vespertino) y martes 28 de septiembre a las 20.30 (Abono Nocturno Nuevo).


Kátia Kabanová
Ópera en tres actos (1921)
Música de Leos Janacek (1854-1928)
Libreto de Vincenc Cervinka,
basado en La tempestad de Alexandr Ostrovski
Nueva producción – Teatro Colón

Dirección musical: György Rath
Dirección de escena, escenografía e iluminación: Pedro Pablo García Caffi
Diseño de vestuario: Mini Zuccheri
Dirección del Coro Estable: Peter Burian

Reparto

Kátia . . . . . . . . . . . . Andrea Dankova
Boris . . . . . . . . . . . . Mark Duffin
Kabanicha . . . . . . . . . . . . Agnes Zwierko
Dikoj . . . . . . . . . . . . Reinhard Dorn
Vanja . . . . . . . . . . . . David Curry
Bárbara . . . . . . . . . . . . Elena Zhidkova
Tichon . . . . . . . . . . . . Philip Sheffield
Kuligin . . . . . . . . . . . . Leonardo Estévez
Glascha . . . . . . . . . . . . Laura Domínguez
Fekluscha . . . . . . . . . . . . Vanesa Tomas
Voz de hombre . . . . . . . . . . . . Marcos Padilla
Voz de mujer . . . . . . . . . . . . Guadalupe Barrientos

Orquesta Estable del Teatro Colón

Coro Estable del Teatro Colón

Funciones
Martes 21 de septiembre a las 20.30 (Gran Abono)
Viernes 24 de septiembre a las 20.30 (Abono Nocturno Tradicional)
Domingo 26 de septiembre a las 17 (Abono Vespertino)
Martes 28 de septiembre a las 20.30 (Abono Nocturno Nuevo)

Entradas en venta en la boletería del Teatro Colón, Tucumán 1171, de lunes a sábado de 9 a 20 y los domingos de 10 a 17, también puede adquirir telefónicamente al 5533-5599, o por internet en www.teatrocolon.org.ar o en www.tuentrada.com

lunes, 20 de septiembre de 2010

CONCIERTO DE PRIMAVERA Lunes 20 de septiembre, 15:00 / TEATRO COLÓN

ORQUESTA ACADÉMICA DEL TEATRO COLÓN

CORO DE NIÑOS DEL TEATRO COLÓN

Y SOLISTAS



El próximo lunes 20 de septiembre a las 15:00 se presentará en el Teatro Colón la Orquesta Académica del Teatro Colón

bajo la dirección de Carlos Vieu.



El programa incluirá obras de Mozart, Grieg, Gounod y Respighi.





El lunes 20 de septiembre a las 15:00, la Orquesta Académica del Teatro Colón se presentará en el Teatro Colón con un concierto dirigido por el maestro Carlos Vieu. Actuarán también el Coro e Niños del Teatro Colón bajo la dirección del maestro César Bustamante y en caracter de solistas Soledad Espona (soprano), Fermín Prieto (tenor), Fabián Veloz (barítono) y Juan Revello (oboe). La Orquesta Académica está integrada por los alumnos de la Academia Orquestal.

La Academia Orquestal y el Coro de Niños son parte del Instituto Superior de Arte del Teatro Colón, del cual también son alumnos los solistas que se presentan en este concierto.



El programa estará integrado por Danza Eslava Op.46 Nº8 de Antonin Dvorak (1841-1904), La Pavana Op.50 de Gabriel Fauré (1845-1924), el primer movimiento de la Pequeña Sinfonía para instrumentos de viento de Charles Gounod (1818-1893), “Dove sono i bei momenti” de Bodas de Fígaro de Wolfgang A. Mozart (1756-1791), “Dalla sua pace” de Don Giovanni de Wolfgang A. Mozart (1756-1791), “Di provenza il mar” de Traviata de Giuseppe Verdi (1813-1901), cuarto movimiento de la Sinfonía Nº 2 de Ludwig van Beethoven (1770-1827), “Jesu Bleibet meine Freude” BWV 147 de Johann S. Bach (1685-1750), Ave Verum Corpus K.618 de Wolfgang A. Mozart (1756-1791), Oblivion de Astor Piazzolla y la Danza Húngara Nº1 de Johannes Brahms (1833-1897).





Entrada gratuita retirando hasta 4 por persona, en la boletería del teatro, a partir de las 9:00 del lunes 20 de septiembre, día del concierto.





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EIJI OUE DIRIGIRÁ LA FILARMÓNICA DE BUENOS AIRES EN EL COLÓN Jueves 23 de septiembre, 20.30


El DIRECTOR EIJI OUE
El concierto contará con la actuación del violista Aníbal Dos Santos como solista.


El jueves 23 de septiembre a las 20.30, la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires realizará el décimo primer concierto de su temporada 2010 en el Teatro Colón, dirigida por el renombrado maestro japonés Eiji Oue y con la actuación del solista venezolano Aníbal Dos Santos en viola. Integran el programa Diario VI - Tres piezas para orquesta de Gerardo Gandini (1936), el Concierto para viola de William Walton (1902-1983) y la Sinfonía Nº 6 en Si menor, Op. 74, “Patética” de Piotr Ilyich Tchaikovsky (1840-1893).

La Orquesta Filarmónica de Buenos Aires ha sido distinguida en 2009 con el Premio Konex de Platino como la mejor orquesta argentina de la última década.

El director Eiji Oue, nació en Hiroshima, Japón. Actualmente y desde 2003 es director principal de la Orquesta Filarmónica de Osaka. Ha sido director musical de prestigiosas orquestas como la Erie Philharmonic, Pennsylvania; la Orquesta de Minnesota; la NDR Radiophilharmonie, Hannover (donde actualmente es director honorario) y la Orquesta Sinfónica de Barcelona i Nacional de Catalunya. Estudió con Hideo Saito, el maestro de Seiji Ozawa. En tres giras por las principales ciudades musicales del mundo, compartió el podio con Leonard Bernstein, quien fue su mentor. Se presenta nuevamente en el Teatro Colón, donde en 2001 dirigió La consagración de la primavera de Stravinsky junto a la Filarmónica de Buenos Aires.

Compositor, pianista y director, Gerardo Gandini ha escrito más de 120 obras y ha obtenido numerosas distinciones, entre ellas el VIII Premio Iberoamericano de la Música Tomás Luis de Victoria, máxima distinción a la música iberoamericana. Diario VI - Tres piezas para orquesta fue realizada en respuesta a un encargo para celebrar el 50º aniversario de la Orquesta Sinfónica Nacional en 1998. Son transcripciones del compositor de anteriores piezas suyas; llevan por título “Berceuse”, “In memoriam” -un canon homenaje al violista Tomás Tichauer- y "Transformaciones sobre el Rondó en La menor de Mozart".

Luego del exuberante ingenio de sus primeras obras y de un período de compromiso con el neoclasicismo, el compositor inglés William Walton se afirmó en la corriente neorromántica. Esta orientación está presente en su Concierto para viola, compuesto en 1929, en el cual aprovechó al máximo las posibilidades expresivas de un instrumento que el siglo XIX había descuidado. El autor admitió después haber estado muy influenciado por el Concierto para viola de Paul Hindemith, quien fue el solista que lo estrenó en 1929, bajo la dirección del propio Walton.

Aníbal Dos Santos nació en Caracas, Venezuela, y es primer viola de la Orquesta Filarmónica de Bogotá. En 1982 estudió en Filadelfia con el violista Joseph de Pasquale en el Curtis Institute of Music, donde terminó sus estudios en 1988. Realizó en 2007 el estreno americano de Viola, Tango, Rock Concerto del afamado compositor Benjamin Yusupov. Realiza una amplia labor pedagógica en la Universidad Nacional de Colombia y en la Fundación Universitaria Corpas.

Piotr Ilyich Tchaikovsky compuso entre febrero y fin de agosto de 1893 la Sinfonía Nº 6 en Si menor, Op. 74, “Patética”. Dirigió el estreno en San Petersburgo el 28 de octubre del mismo año, nueve días antes de morir. La consideraba su mejor composición y se la dedicó a Vladimir Davydov, su sobrino y uno de los grandes amores de su vida. En un primer momento pensó en llamarla Sinfonía programática, pero se dio cuenta que estimularía la curiosidad acerca del programa, que no quería revelar. Su hermano Modest, sugirió el título con el que se la conoce. Excepcional expresión de talento y sensibilidad, es una de las obras más preciadas del repertorio sinfónico.

Entradas en venta en la boletería del Teatro Colón, Tucumán 1171, de lunes a sábado de 9 a 20 y los domingos de 10 a 17, también puede adquirir telefónicamente al 5533-5599, o por internet en www.teatrocolon.org.ar o en www.tuentrada.com

sábado, 18 de septiembre de 2010

SCHOPENHAUER: FILOSOFO PARA ESTA EPÓCA por Luis F. MORENO CLAROS


Arthur Schopenhauer (1788-1860), por Johann Schäfer en 1859.


El 21 de septiembre de 1860 fallecía en Fráncfort del Meno el filósofo alemán Arthur Schopenhauer (Dánzig, 1788). Murió de repente, como siempre deseó

Filosofía. El 21 de septiembre de 1860 fallecía en Fráncfort del Meno el filósofo alemán Arthur Schopenhauer (Dánzig, 1788). Murió de repente, como siempre deseó. Era un hombrecillo bajo y corpulento, de cabeza grande, enormes patillas blancas y cara de pocos amigos. Caminaba con paso vigoroso, y aún a sus setenta años gozaba de excelente salud: comía mucho, se bañaba en agua fría incluso en invierno, y sus mejores pensamientos se le ocurrían al aire libre. Siempre lo acompañaba su perrito Atma, al que apreciaba más que a cualquier ser humano; por eso cuando hacía travesuras lo insultaba llamándolo "hombre". Cuantos se cruzaban con aquel estirado personaje lo miraban con irónico respeto, pues sabían que era un sabio internacional. A su casa llegaban visitas de todo el mundo aunque sólo fuera para verlo unos minutos. Le apodaban El Buda de Fráncfort, pues al "Iluminado" remitía su doctrina filosófica. En 1818 Schopenhauer publicó El mundo como voluntad y representación, una extensa y genial obra ignorada hasta tres decenios después. Tras publicar otra gran obra: Parerga y paralipómena (1851), le sonrió la fama: sus libros se convirtieron en los mayores éxitos de ventas de finales del siglo XIX. Alemania se sumía entonces en una crisis existencial, el idealismo romántico quedaba atrás y la Revolución de 1848 había fracasado, de ahí que reinase por doquier un craso pragmatismo realista, interesado y burgués.

Aquí llegó Schopenhauer, con una metafísica que pretendía explicar la mísera y negra existencia humana. Este mundo no es hermoso -afirmaba-, sino el peor de los posibles. Y proseguía: Dios no existe, lo suplanta un demonio malévolo que convierte nuestras vidas en infiernos, consumidas entre el dolor y el aburrimiento. Y ello se debe a que la esencia más íntima de cada ser consiste en una voluntad bruta y ciega, en un deseo insaciable que nos obliga a buscar sin cesar nuevos placeres y diversiones que nunca nos colman; y encima nos acosan plagas, guerras y catástrofes naturales. De manera que la vida es un penal en el que cumplimos condena y del que sólo salimos con la muerte. Nada hay nuevo bajo el sol: el ser humano es un malvado depredador, cuya necedad lo torna incapaz de seguir la luz de la razón, que podría aportarle alguna mejoría. La filosofía teórica de Schopenhauer proponía una solución también teórica para superar la crisis absoluta de la vida: hay que renegar de la existencia y rechazar la perpetuación del dolor: no reproducir, no actuar. Asimismo, predicaba la piedad universal y la no violencia: abstenerse de dañar a los demás seres vivos, nuestros hermanos en esencia y encadenados en nuestra misma mazmorra. Junto a sus enseñanzas teóricas, Schopenhauer divulgó un "arte de vivir" de carácter más práctico, que sedujo a sus lectores. Con él quería enseñarles "si no a ser felices, al menos, a ser menos desdichados". El gélido filósofo argumentaba que la persona cabal no apetecerá la felicidad, que no existe; esperará poco de la vida y nada de sus congéneres. Lo idóneo para ella será la comodidad consigo misma y con el entorno: ahorros en el banco y mucha riqueza interior. Esposa e hijos son una carga; los amigos, o nos traicionan o son pesados a los que hay que soportar. El amor es un subterfugio con el que nos engatusa la naturaleza para propagar la especie. Queda el cultivo de la cultura y el arte, pero hay que resguardarse de los pedantes que las ostentan como profesión. En suma, Schopenhauer gruñía y se quejaba de todo cual sabelotodo regodeándose en el abismo, pero a salvo en su cómodo rinconcito. Su acritud gustó tanto en aquella Alemania deprimida como más adelante en Europa. Y también hoy goza de buena salud en nuestro país, donde cualquiera lanza críticas asesinas desde una enorme pasividad.

Gredos publicó este año una soberbia edición de su obra capital, y Herder celebra el 150º aniversario de su muerte con dos notables novedades: una monografía imprescindible firmada por Volker Spierling y el inédito Senilia. Spierling es acaso el mejor conocedor actual de Schopenhauer. En cuanto a los Senilia, Volpi y Ziegler restauraron con sumo detalle anotaciones inéditas que el maestro dejó en sus cuadernos de notas, los cajones de sastre de sus obras. Son anotaciones de un filósofo ya mayor que siempre pareció un viejo, por eso Nietzsche afirmó que la filosofía de Schopenhauer es "para los jóvenes". En efecto, lo leímos con fruición en la juventud y lo contemplamos con recelo en la madurez. Y es que, al evocar las desgracias de la existencia, Schopenhauer parece acertar con sus juicios radicales; sin embargo, algo nos dice que se equivoca. Hay que leer sus reflexiones en épocas críticas para dejar que su frío escalpelo nos destroce; pero si de verdad estamos sanos, su sesudo realismo nos obligará a reaccionar recuperando otra vez nuestras ilusiones. Así lo superaremos a él y a la crisis.

El arte de ser feliz explicado en cincuenta reglas para la vida. A. Schopenhauer. Texto establecido, prefacio y notas de Franco Volpi. Traducción y apéndices de Ángela Ackermann Pilári. Herder. Barcelona, 2009. 158 páginas, 14 euros. Senilia. Reflexiones de un anciano. A. Schopenhauer. Edición de F. Volpi y Ernst Ziegler. Traducción de Roberto Bernet. Herder, Barcelona. 2010, 464 páginas, 28 euros. El mundo como voluntad y representación I, junto a De la cuádruple raíz del principio de razón suficiente. Y El mundo como voluntad y representación II junto a Sobre la voluntad en la Naturaleza.. A. Schopenhauer. Traducciones de Rafael-José Díaz Fernández, María Montserrat Armas Concepción, Joaquín Chamorro Mielke, Leopoldo Eulogio Palacios y Miguel de Unamuno. Gredos, 2010. 748 y 834 páginas. 59 euros cada uno. Arthur Schopenhauer. Volker Spierling. Traducción de José Antonio Molina Gómez. Herder. Barcelona, 2010. 246 páginas. 16 euros. Arthur Schopenhauer. Religión y metafísica de la voluntad. Manuel Suances Marcos. Herder. Barcelona, 2010. 278 páginas, 22 euros.


© EDICIONES EL PAÍS S.L. - Miguel Yuste 40 - 28037 Madrid [España] - Tel. 91 337 8200

martes, 14 de septiembre de 2010

PLACIDO DOMINGO EL GRAMMY LATINO DEL AÑO.


MIAMI (AP) - Plácido Domingo ha sido nombrado el Grammy Latino del Año.

The Latin Recording Academy, confirmó que el tenor español, elegido por sus logros profesionales y filantrópicos, será honrados en una ceremonia de estrellas el 10 de noviembre en Las Vegas, la víspera de los Grammy Latinos.

Domingo se trasladó a la edad de 8 de España a la ciudad de México, donde estudió en el Conservatorio Nacional de Música. En 1968, debutó en el Metropolitan Opera en Nueva York, donde ha inaugurado 21 estaciones.

Como filántropo, fundó Operalia, un concurso de canto lírico, a través de conciertos y beneficiar a muchos que él ha recogido millones de dólares para las víctimas de desastres como el terremoto de México de 1985 y el huracán Katrina.

Copyright 2010 The New York Times
said Tuesday that the Spanish tenor, chosen for his professional and philanthropic achievements, will be honored in an all-star ceremony Nov. 10 in Las Vegas, the eve of the Latin Grammys.

lunes, 13 de septiembre de 2010

CUARTA FUNCIÓN DEL ABONO BICENTENARIO, CON KARIN LECHNER Y SERGIO TIEMPO EN DÚO DE PIANOS


Los hermanos pianistas, descendientes de generaciones de músicos, ofrecerán un atractivo programa el martes 14 de septiembre a las 20.30.

Prosigue el Abono Bicentenario con una cita insoslayable para los amantes de la música para piano: la actuación de los argentinos Karin Lechner y Sergio Tiempo, que tocarán un repertorio integrado por Scaramouche de Darius Milhaud, Tres danzas andaluzas de Manuel Infante, la Segunda Suite de Dafnis y Chloe de Maurice Ravel, Variaciones sobre un tema de Paganini de Witold Lutoslawski, Nuages y Fêtes, de Nocturnos, de Claude Debussy, y La valse de Maurice Ravel.
Karin Lechner y Sergio Tiempo son miembros de una genealogía de ilustres artistas de la música. Sus abuelos fueron Antonio De Raco, uno de los pianistas y maestros argentinos más importantes, y Elizabeth Weterkamp, también pianista y docente como su madre, Lyl Tiempo. Ambos han sido niños prodigio, debutando a los cinco años Karin y Sergio a los tres, y recibieron en sus respectivas carreras el apoyo y la influencia de grandes colegas como Martha Argerich y Daniel Barenboim. En junio de este año, fueron protagonistas del estreno mundial de Tango Concerto para dos pianos del compositor argentino Federico Jusid, en el marco del Progetto Martha Argerich Festival en Lugano, Italia, donde Lechner y Tiempo son artistas invitados cada año.

Cuarto concierto del ABONO BICENTENARIO

KARIN LECHNER y SERGIO TIEMPO, pianos

Programa

I
Darius Milhaud (1892-1974)
Scaramouche
I. Vif
II. Moderé
III. Brazileira

Manuel Infante (1883-1958)
Tres Danzas Andaluzas
I. Ritmo
II. Sentimiento
III. Gracia

Maurice Ravel (1875-1937)
Dafnis y Chloe (2da.suite)

II
Witold Lutoslawski (1913-1994)
Variaciones sobre un tema de Paganini

Claude Debussy (1862-1918)
De Nocturnos:
Nuages
Fêtes
(Transcripción para dos pianos de Maurice Ravel)

Maurice Ravel (1875-1937)
La Valse


Entradas en venta en la Boletería del Teatro ,Tucumán 1171, lunes a sábado de 9 a 20 y domingos de 10 a 17,por Internet a través de www.teatrocolon.org,ar y por teléfono al 55335599.

MURIO EL CINEASTA CLAUDE CHABROL. ADIOS AL OBSERVADOR DE LA BURGUESIÍA POR FERNANDO LÒPEZ para LA NACION


El director era famoso por el buen humor que impuso en los rodajes de sus 60 films. Foto AFP

Claude Chabrol, uno de los fundadores de la nouvelle vague, que revolucionó el cine francés a fines de los años 50, murió ayer, en París, a los 80 años, según informó AP.


***

Palmas, osos, globos, leones, copas, Oscar, diplomas: muchos cineastas pueden enarbolarlos como garantía de calidad. Pero son pocos los que, como Claude Chabrol, habrán podido exhibir un "certificado de buena conducta en el set". El lo tenía, y con firma reconocida: Orson Welles. Se lo había ganado en 1971, cuando el creador de El ciudadano intervino como actor en La década prodigiosa y comprobó el clima gozoso que Chabrol sabía imponer durante el trabajo. Y lo corroboraron cuantos colaboraron con él durante una trayectoria que abarcó 50 años y 60 films. Nunca perdió ese humor, que él sabía deslizar también (generalmente con malicia) aun en sus dramas más oscuros. "Lo primordial es generar una atmósfera de fiesta cuando se trabaja -decía-, ya que nunca se sabe si un film tendrá éxito o no, más vale pasarla bien mientras se lo hace."

Por cierto con su generosa producción, que abarca desde El bello Sergio (1957) hasta Bellamy (2009), conoció el aplauso, el éxito comercial, la reprobación y también el fracaso. Sin embargo, en sus películas dejó casi invariablemente su marca: la de un observador crítico de la pequeña burguesía. Más de un historiador opina que será indispensable recurrir a sus films cuando se quiera recoger información sobre los hábitos, el lenguaje y la conducta social de los franceses de la segunda mitad del siglo pasado.

En la obra de Chabrol esa observación puede manifestarse en la penetrante pintura de personajes con algo de monstruos ( La ruptura ), colarse en los pliegues de un relato policial ( El carnicero, La mujer infiel ), despuntar bajo el brillo de una comedia ( No va más ) o ilustrar conflictos de orden social ( La ceremonia , a la que definió como "el último film sobre la lucha de clases"). Era un analista feroz (y al mismo tiempo sutil, divertido, francesísimo) de la sociedad y sus lacras.

Entre los personajes de Chabrol, la normalidad suele ser aparente. Fascinado por el enigma, Chabrol busca aventurarse en la interioridad de sus personajes, por muy alarmante, contradictorio o ambiguo que sea lo que encuentre en el camino, y en esa indagación, descubre, claro, datos bien significativos sobre la moral de la época en que se desenvuelven.

Siempre el mismo film
"Chabrol hace siempre el mismo film", decían algunos en plan de crítica, otros con el propósito de destacar su condición de autor y su voluntad de afinar cada vez más el ojo para alcanzar la máxima precisión en el trazo, la mayor concisión en la construcción de sus historias y la más maliciosa y fina sutileza para envolverlas en una provocativa ambigüedad. En esa búsqueda tropezó con algunos desniveles (sobre todo en la década del 70, que cerró con una obra maestra: Niña de día, mujer de noche , 1978), o haberse atascado en algunas reiteraciones, pero le sobraba maestría para manejar los hilos de su representación y enredarnos en ellos lenta e insidiosamente.

Admirador de Hitchcock y de Fritz Lang, en sus mejores films de madurez - Un asunto de mujeres, La ceremonia, Gracias por el chocolate, La flor del mal - la maquinaria de precisión va ajustando cada vez más su dispositivo en una visible búsqueda de concisión. Sus films son depurados, compactos y al mismo tiempo atrapantes, perturbadores. Por supuesto, poco aptos para quienes conciben el thriller como una sucesión de giros sorpresivos y estallidos de acción.

No es que Chabrol hiciera siempre el mismo film, sino que en ellos fue inventariando hipocresías, convenciones, tabúes y falsas apariencias de la clase acomodada provincial en un tono en que la crítica feroz se combinaba con el humor negro. Y al hacerlo desafiaba al espectador: "Trabajo -decía- sobre la identificación con los personajes; lo que emprendo es una combinación entre la identificación y la distancia. Una vez que logro establecer el vínculo entre el espectador y el personaje, puedo llevarlo a ver lo que me gustaría que viera detrás de todo lo que no le muestro". Y podría añadirse: colocarlo en situación de asistir a las decisiones irracionales del personaje y llegar a preguntarse a sí mismo "¿por qué no?".

Uno de nosotros
Burgués él mismo, era hijo de un farmacéutico, pero se negó a seguir la tradición familiar. Prefería pasar el tiempo en cineclubes, donde conoció a Truffaut, Godard, Rivette, Rohmer. De ahí a la redacción de Cahiers du Cinéma hubo sólo un paso. El otro se lo facilitó el azar: una herencia que recibió su primera mujer (tuvo tres, entre ellas Stéphane Audran, con quien rodó algunas de sus mejores obras) le permitió financiar El bello Sergio , que triunfó en Locarno, le valió el premio Jean Vigo y dio impulso a la nouvelle vague .

Su obra atravesó etapas diversas. Abarcan de la renovación nuevaolera y los penetrantes exámenes de las relaciones humanas ( Las dulces amigas, Las infieles ) a la visión crítica de la burguesía que contenían sus ensayos policiales, en los que era un maestro (de La bestia debe morir , 1969, a La dama de honor , 2004), para no hablar de sus comedias ligeras o de sus aportes más bien olvidables a un cine francamente comercial.

El conjunto conforma cinco décadas de trabajo que, más allá de la variedad de temas y de propósitos y de la irregularidad de sus alcances, dibujan la figura de un narrador dueño de un estilo propio, un cineasta que puede deslumbrar con sus sutilezas y siempre se reserva, aun cuando enfrente los asuntos más graves, una mirada burlona sobre la fragilidad del ser humano.


Espectáculos
Lunes 13.09.2010

lunes, 6 de septiembre de 2010

BALLET TODA LA SEMANA EN EL TEATRO COLÓN. LA COMPAÑÍA ESTABLE CELEBRA 85 años CON OBRAS DE BALANCHINE Y BIAGI.


Con la participación de los primeros bailarines del New York City Ballet Tiler Peck y Joaquín De Luz, las funciones de este programa mixto tendrán lugar los días domingo 5 y 12 de septiembre a las 17, y martes 7, miércoles 8, jueves 9, viernes 10 y sábado 11 de septiembre a las 20.30.

El segundo programa de la temporada 2010 del Ballet Estable del Teatro Colón, dirigido por Lidia Segni, traerá al escenario de nuestro primer coliseo tres destacadas obras del siglo veinte. La compañía estrenará Tema y variaciones con música de Piotr Ilich Tchaikovsky, y Variaciones Donizetti, ambas firmadas por el coreógrafo ruso George Balanchine en reposición de Victoria Simon, a la vez que se ofrecerá Séptima Sinfonía con música de Ludwig van Beethoven y coreografía de Vittorio Biagi. Los días 5 y 7 de septiembre actuarán en las obras balanchinianas los primeros bailarines del New York City Ballet Tiler Peck y Joaquín De Luz. En todas las funciones intervendrá la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires, dirigida por el maestro Francisco Rettig.
La ocasión servirá como homenaje a los 85 años de la creación del Ballet Estable.
Sobre el último movimiento de la Suite en sol mayor Opus 55 de Piotr Ilich Tchaikovsky está delineado Tema y variaciones. Es un verdadero ejemplo del estilo del autor, que basaba sus coreografías en la música pero sin preponderancia de una sobre otra. Estrenada por Alicia Alonso e Igor Yuskevich, Balanchine la puso en escena en homenaje a Marius Petipa en 1947 a pedido de Lucia Chase, directora del entonces Ballet Theatre (hoy American Ballet Theatre). En Buenos Aires la gran compañía norteamericana la hizo conocer en ocasión de su visita en 1997.
El otro estreno balanchiniano de esta temporada en el Colón serán las Variaciones Donizetti, en las que el célebre Mr. B utilizó fragmentos de la ópera Don Sebastian. En su estreno en 1960 integró un programa celebratorio del centenario de la unificación italiana; hoy, en nuestro bicentenario, pondrá a prueba la destreza de nuestros bailarines.
La compañía contará con la presencia de Victoria Simon como repositora autorizada por el George Balanchine Trust, que vela por la fidelidad de las reposiciones de los ballets del coreógrafo en todo el mundo. Siendo aún bailarina del New York City Ballet, el propio Balanchine seleccionó a Simon en 1965 para el montaje de su Cascanueces en Colonia, Alemania; y a partir de ese momento, se convirtió en una de sus más respetadas repositoras.
Séptima sinfonía, es un ballet sobre la obra de Ludwig van Beethoven que el coreógrafo Vittorio Biagi montara para el Ballet del Colón en 1974. La partitura ha merecido distintas versiones (Leonide Massine, Maurice Béjart, Twyla Tharp, Uwe Scholtz, entre otros). La propuesta del coreógrafo italiano en esta extensa obra reúne a una veintena de bailarines a los que se les requiere fundamentalmente una gran musicalidad, además de una estricta técnica clásica y sobre todo, una pizca de sentido del humor.
Con este ballet, Vittorio Biagi regresa al escenario del Colón, luego de reponer su impactante Pulsaciones el año pasado.



BALLET ESTABLE DEL TEATRO COLÓN
Directora: Lidia Segni

ORQUESTA FILARMÓNICA DE BUENOS AIRES
Director: Francisco Rettig

TILER PECK – JOAQUIN DE LUZ
Primeros bailarines del New York City Ballet

PROGRAMA

VARIACIONES DONIZETTI
Coreografía: George Balanchine
Reposición coreográfica: Victoria Simon
Música: Gaetano Donizetti
Iluminación: Rubén Conde
Escenografía y vestuario: Teatro Colón

Tiler Peck (5, 7); Karina Olmedo (8, 11, 12); Maricel De Mitri (9, 10)
Joaquín De Luz (5, 7); Juan Pablo Ledo (8, 11, 12);
Edgardo Trabalón (9, 10)
Luciana Barrirero, Natacha Bernabei, Luana Brunetti Mattion*,
Natalia Saraceno, Clara Sisti Ripoll*, Silvina Vaccarelli
Antonio Padrón Moreira, Emiliano Falcone,
Gerardo Wyss (5, 7, 8); Alejo Cano Maldonado (9, 10, 11, 12)


TEMA Y VARIACIONES
Coreografía: George Balanchine
Reposición coreográfica: Victoria Simon
Música: Piotr Ilich Tchaikovski
Iluminación: Rubén Conde
Escenografía y vestuario: Teatro Colón


Tiler Peck (5; 7); Silvina Perillo (8); Carla Vincelli (9, 10);
Gabriela Alberti (11, 12)
Joaquín de Luz (5; 7); Federico Fernández (8, 11, 12);
Juan Pablo Ledo (9; 10)

María Clara Da Silva, Rosana Pérez, Natalia Pelayo, Sofía Menteguiaga*
Igor Vallone, Vagram Ambartsoumian
Dalmiro Astesiano (5, 7, 8, 9); Leonardo Reale (10, 11, 12)
Gerardo Wyss (5, 7, 8); Adrián López (9, 10, 11, 12)

P. Cassano, A. Sánchez*, L. Domingo, I. Fassi*, L. Galaverna*, S. Grün,
A. Pérez Alzueta, D. Ruiz*
A. Cano Maldonado*, O. Escudero*, E. Falcone*, M. Iglesias*, A. Padrón Moreira*, L. Tolosa, N. Asaff (5, 7); M. Santos (8, 9, 10, 11, 12), A. López (5, 7, 8);
F. Ibarra* (9, 10, 11, 12)


SÉPTIMA SINFONIA
Coreografía y diseño de iluminación: Vittorio Biagi
Música: Ludwig Van Beethoven
(Sinfonía Nº 7 en La mayor, Óp. 92)

Primer Movimiento
Silvina Perillo (5, 7); María Clara Da Silva (8, 9, 10);
Natacha Bernabei (11, 12)
Alejandro Parente

N. Bernabei, L. Brunetti Mattion*, P. Cassano, M. Cortés*, M. C. Da Silva, L. Delfino, L. Domingo, I. Fassi*, L. Galaverna*, S. Grüm, M. López Prieto*, S. Menteguiaga*, M. Peralta*, R. Pérez, A. Pérez Alzueta, L. Rodríguez*, C. Rodríguez Echenique*, D. Ruiz*, A. Sánchez*, N. Saraceno, C. Sisti Ripoll*
N. Asaff, A. Cano Maldonado*, O. Escudero*, M. Iglesias*, F. Ibarra*, A. López, M. Santos, L. Tolosa, I. Vallone, G. Wyss

Segundo Movimiento
Nadia Muzyca (5, 7, 8, 11, 12); Natalia Pelayo (9, 10)
Federico Fernández (5, 7, 8, 11, 12); Juan Pablo Ledo (9, 10)

Tercer Movimiento
Carla Vincelli (5, 7, 8); Nadia Muzyca (9, 10); Natalia Pelayo (11, 12)
Juan Pablo Ledo (5, 7, 8); Edgardo Trabalón (9, 10, 11, 12)

L. Barrirero, M. López Prieto*, C. Rodríguez Echenique*, C. Sisti Ripoll*,
L. Delfino*
O. Escudero*, E. Falcone*, F. Ibarra*, M. Iglesias*, A. Padrón Moreira*

Cuarto Movimiento
Todo el elenco





FUNCIONES:
Domingo 5 y 12 de septiembre a las 17, y martes 7, miércoles 8, jueves 9, viernes 10 y sábado 11 de septiembre a las 20.30.
Entradas en venta en la Boletería del Teatro ,Tucumán 1171, lunes a sábado de 9 a 20 y domingos de 10 a 17,por Internet a través de www.teatrocolon.org,ar y por teléfono al 55335599.
Desde 25 pesos.



Lidia Segni
Directora del Ballet Estable

Comenzó su formación en Córdoba, de donde es oriunda. En Buenos Aires, estudió en el Instituto Superior de Arte del Teatro Colón, donde fue su maestro Michel Borowsky, en el Teatro Argentino de La Plata, bajo la dirección de Esmeralda Agoglia, y en forma particular con Gloria Kazda.
En 1970 gabó por concurso el ingreso al Ballet Estable del Teatro Colón, y en 1977 ascendió a primera bailarina. Junto a Rudolf Nureyev protagonizó Apollon Musàgete y Las sílfides. Participó en el 8º Festival de La Habana, invitada por Alicia Alonso, y junto a 'Les etoiles de la Opera de Paris' llevó a cabo una gira por Latinoamérica.
Elegida en 1983 por Alexander Godunov, protagonizó Carmen en una gira por la Argentina, y en 1984 bailó ese mismo ballet y Don Quijote en Buenos Aires y en el exterior, actuando también en un espectacular para la televisión argentina. En 1989 comenzó a trabajar con Eleonora Cassano y Julio Bocca como maestra preparadora, viajando con ellos a Moscú e Italia, y a los más importantes festivales de verano de Europa. Ese mismo año participó en la formación del Ballet Argentino siendo nombrada directora general del mismo, realizando desde su inicio extensas giras por América y Europa.
En 1997 preparó al bailarín Herman Cornejo quien obtuvo la Medalla de Oro en el 8º Concurso Internacional de Ballet de Moscú.
Fue distinguida en 1998 por el Consejo Argentino de la Danza, por su fecunda labor docente.
En 1999 formó el Ballet Juvenil Metropolitano. En el año 2000 dirigió el Ballet Estable del Teatro Argentino de La Plata, del cual fue codirectora en 2005. Entre 2003 y 2006 fue maestra del Ballet Contemporáneo del Teatro General San Martín.
En varias oportunidades ha dado cursos en el Departamento de Danza de la Universidad de Michigan y en Phoenix (Estados Unidos), como también ha trabajado con numerosas compañías del interior de nuestro país. En el 2008 es nuevamente contratada como maestra por el Ballet Contemporáneo del Teatro San Martín, función que ejerce en la actualidad, y como Co-Directora del Ballet Argentino. Desde 2009 es Directora del Ballet Estable del Teatro Colón.

Victoria Simon
Coreógrafa repositora

Fue una de las primeras bailarinas elegidas por George Balanchine para reponer sus ballets. En 1965, reconociendo su talento para aprender roles con rapidez, el Sr. Balanchine le pidió que reponga Cascanueces en Colonia, Alemania.
En la actualidad, como maestra de ballet para el "George Balanchine Trust" ha repuesto más de 25 de las obras de ese autor para más de 80 compañías en cada continente. Por su respeto y detallismo por las coreografías y su énfasis en la musicalidad, es una de las más buscadas y respetadas re-creadoras de las obras maestras de George Balanchine.
Comenzó sus estudios de ballet en la Ciudad de Nueva York en la School of American Ballet y interviniendo de niña en la producción original de Cascanueces de George Balanchine. Fue aprendiz con el New York City Ballet a los 17 años y unos meses más tarde fue invitada a integrar la compañía, llegando a ser solista de la misma, antes de aceptar el desafío de cumplir el rol de representante de Balanchine alrededor del mundo.

Vittorio Biagi
Coreógrafo
Inició su carrera clásica en Génova en 1954. En 1957 ingresabó a la escuela del Teatro alla Scala de Milán, donde comenzó a actuar en ballet y óperas. En 1959 ya era solista en obras de coreógrafos de la talla de Balanchine y Massine, y al año siguiente fue primer bailarín en el Ballet Siglo XX de Maurice Béjart.
Sus primeras experiencias coreográficas fueron en la compañía de Béjart en Bruselas, creaciones que recibieron cuantiosos premios. Desde 1966 a 1969 fue étoile de la Opera Comique de Paris y la siguiente década lo encontró a cargo del Ballet de la Opera de Lyon que fundó y dirigió hasta 1976, cuando regresó a Italia fundó la compañía A.T.E.R. Balletto hasta 1979.
En su país natal, dirigió el Teatro Máximo de Palermo, y en el extranjero montó sus obras en Argentina, Cuba, Estados Unidos, Francia, Suiza, Bélgica, Alemania, entre otros países.
A su regreso a Italia estrenará Tango, Amore e Rock’n Roll, con su compañía Danza Prospectiva.



Joaquín De Luz
Primer bailarín del New York City Ballet

Nacido en Madrid, es primer bailarín del New York City Ballet. Fue alumno de la Escuela de Ballet de Victor Ullate, y bailó en su compañía de ballet entre 1992 y 1995. En 1996 ganó la medalla de oro en el Segundo Concurso Internacional de Ballet Rudof Nureyev, en Budapest, y ese mismo año se unió al Ballet de Pennsylvania como solista, bailando los papeles principales en La Bayadera, Diana y Acteon, Don Quijote, Paquita,La bella durmiente del bosque y El lago de los cisnes, y Allegro Brillante, Tema y variaciones y Who Cares?, todas coreografías de George Balanchine.
Ingresó como miembro del cuerpo de baile del American Ballet Theatre en 1997, siendo solista en 1998. Su repertorio con esta compañía incluye La bayadera, Billy the Kid, Fancy Free, El lago de los cisnes, entre otras obras. En 2003 se une al New York City Ballet como solista, y en 2005 es primer bailarín, donde actuó en obras de Balanchine (Ballo della Regina, Coppélia, El beso del hada”, Variaciones Donizetti, El cascanueces, Arlequinada, Rubíes (de Joyas), Sueño de una noche de verano, El hijo pródigo, Variaciones sobre Raymonda, Sinfonía en Do, Tarantella, Tema y Variaciones, Tchaikovsky Pas de Deux, Valse-Fantaisie, y Vienna Waltzes), de Peter Martins (Fearful Symmetries, Jeu de Cartes, Octet, La bella durmiente del bosque y El lago de los cisnes); Jerome Robbins (Andantino, Brandenburg, Dances at a Gathering, Dybbuk, Fancy Free, Four Bagatelles, Las cuatro estaciones, Variaciones Goldberg, Other Dances, y Piano Pieces); y de Christopher Wheeldon (Mercurial Manoeuvres).
Inspiró y estrenó el papel de Teobaldo en Romeo y Julieta de Peter Martins, como también otros papeles en Slice to Sharp de Jorma Elo, Shambards de Christopher Wheeldon, y Concerto DSCH de Alexei Ratmansky’s.
Intervino como artista invitado en numerosas veladas de danza, como la gira por China de las Estrellas del Ballet Americano de 1997, y representó a España en la Expo ’98 en Lisboa, bailando en la gala de Estrellas del Ballet Español. Ha recibido el premio Benois de la Danza en 2009, como mejor actuación masculine por su interpretación en El hijo pródigo. También participó en la gira Los reyes de la Danza en 2008.


TILER PECK
Primera bailarina del New York City Ballet

Nació en Bakersfield, California. Comenzó sus estudios a los siete años con Alla Khaniashvili, primera bailarina del Ballet Bolshoi, y luego a los once años con Colleen y Patricia Neary, del New York City Ballet y con Yvonne Mounsey en la Westside School of Ballet en Santa Monica. Ingresó a la School of American Ballet en 2003, y al año siguiente fue aprendiz en el New York City Ballet, compañía a la que ingresó como cuerpo de baile en 2005, siendo solista al año siguiente.
Ha actuado en ballets de George Balanchine (Allegro Brillante, Brahms-Schoenberg Quartet, Coppélia, Divertimento No. 15, Variaciones Donizetti, Esmeraldas de Joyas, Sueño de una noche de verano, El cascanueces, Variaciones sobre Raymonda, Sinfonía en Do, Sinfonía en tres movimientos, Tarantella, Tema y Variaciones, Tschaikovsky Suite No. 3, y Valse-Fantaisie); de Jerome Robbins (Fancy Free, Four Bagatelles, Las cuatro estaciones, Interplay, Mother Goose, Les Noces, Other Dances, y 2 & 3 Part Inventions); de Peter Martins (A Fool For You, Romeo y Julieta, La bella durmiente del bosque y El lago de los cisnes); de Susan Stroman (Double Feature); y de Christopher Wheeldon (An American in Paris, Carousel, y Mercurial Manoeuvres).
Estrenó papeles protagónicos en Friandises y The Red Violin de Peter Martins; A Simply Symphony de Melissa Barak; In Vento y Oltremare de Mauro Bigonzetti; Tribute de Christopher d’Amboise y N.Y. Export: Opus Jazz. de Jerome Robbins.
En 2004 recibió la beca de Danza de la Fundación Princesa Grace. Ha actuado en Broadway, en The music man de Meredith Willson, con apariciones cinematográficas en A Time for Dancing (2000), Geppetto (2000) and Donnie Darko (2001).

sábado, 4 de septiembre de 2010

INGMAR BERMAN Y FEDERICO FELLINI POR NÉSTOR TIRRI PARA LA NACIÓN ADN CULTURA

INGMAR BERGMAN

FEDERICO FELLINI


El cine todavía extraña a estos dos grandes directores de la segunda mitad del siglo XX, porque cada película que estrenaban era un sacudón cultural que producía incluso cambios en los hábitos y profundos debates. Un inmenso libro que recorre la obra completa del sueco y una retrospectiva total del italiano, por los 50 años de La dolce vita , permiten volver a pensar en ellos como exponentes de una época

Ingmar Bergman declara: "Tengo sueños que se repiten". Y cuenta éste al lector de Linterna mágica : "Viajo en un avión grande, soy el único pasajero. El avión despega pero no logra elevarse sino que se precipita por las anchas veredas de una ciudad. Vuela a la altura de los pisos más altos de las casas... Confío en la habilidad del piloto, pero me doy cuenta de que se acerca el fin".

Parece una angustiante secuencia de un guión. Una película nunca filmada, claro. Un salto de montaje y dejamos paso al guión de otro film que tampoco llegó a filmarse: el violonchelista G. Mastorna, con el estuche de su instrumento, viaja en un avión de línea. Desde la cabina, una voz femenina anuncia que, por razones técnicas, deberán acometer un aterrizaje forzoso. Por las ventanillas comienzan a verse las calles de una ciudad, los pisos más altos de los edificios y las cúpulas góticas de una catedral. Finalmente, el avión aterriza en la plaza del Duomo de Milán...

La dramática situación resume las primeras páginas de un guión de verdad, el de El viaje de G. Mastorna , la película varias veces postergada que su autor, Federico Fellini, no filmó nunca y que lo persiguió durante años. Y, mirando en perspectiva la cinematografía del siglo que pasó, podría pensarse que, sin que los dos cineastas se hayan jamás comunicado a propósito de esto, Fellini tradujo en un guión lo que Bergman soñaba. Y no sólo en la escritura: FF, que cultivaba con eficacia el arte del diseño, llegó a trazar un storyboard del frustrado film, que el dibujante Milo Manara transformó en una historieta; algunos cuadros del libro publicado por Ediciones B revelan que Fellini y Manara tradujeron en minuciosas imágenes el sueño repetitivo de Bergman.

Nada más disímil, en la historia del séptimo arte, que las estéticas de estos dos monstruos de la cinematografía europea. Y sin embargo, parecería que vibraban con angustias equivalentes, con una imaginería onírica tal vez ligada al vacío espiritual de posguerra, la ideología imperante al promediar el siglo. Del mismo modo, una sensación de ausencia los vincula en el deseo del espectador: una generación se pregunta adónde han ido a parar los principios estéticos que provocaron estremecimientos con films como Noche de circo , Casanova , Tres almas desnudas , Amarcord , El silencio o la mismísima La dolce vita , por evocar sólo algunos títulos de dos filmografías irrepetibles.

Por azar, estos baluartes de la cinematografía del pasado reciente se actualizan simultáneamente a raíz de dos hechos independientes entre sí: por una parte, el lanzamiento en países hispanohablantes del colosal libro que reúne toda la obra de Ingmar Bergman; por otro, la celebración de los cincuenta años del estreno de La dolce vita , que en este mes de septiembre motiva homenajes y retrospectivas de Fellini en todas partes, inclusive en Buenos Aires (ver programación, aparte), planeta urbano donde se vio tanto cine de Italia y en el que, además, y antes que en el resto del mundo, fue consagrada con entusiasmo la producción del otro, el sueco Bergman.

Demonios de la culpa

Un baúl cargado de puniciones, miedos y fantasmas acecha las zonas inconscientes de estos dos europeos que pertenecían a una misma generación (Bergman había nacido en 1918; Fellini, en 1920) y que, uno en gélidos parajes escandinavos y el otro bajo el sol de la costa del Adriático, crecieron en condiciones de formación semejantes.

"No hay duda de que mi educación fue un campo fértil para los demonios de la neurosis", reconoce un ya maduro Ingmar Bergman en Imágenes (1990), a propósito del pequeño demonio que salta sobre Johann-Max von Sydow en la alucinada secuencia entre las rocas de La hora del lobo . La educación de aquellos dos niños, la del pícaro Fefé y la del retraído Ingmar, podría haberlos conducido al ostracismo de una clínica o al rechazo melancólico a la aventura de vivir: en esos años de iniciación regían conceptos como "pecado", "punición", "arrepentimiento"...

Baste evocar el gesto del cura que escucha la confesión del pequeño Guido-Fellini, en 8 y ½ , al comprobar que el niño ha pecado y que sólo cabe el castigo: "Pero ¿no sabes que la Saraghina es el diablo?", le dice el sacerdote a través de la rejilla del confesionario. La voz compungida del niño apenas se deja oír: " Non lo sapevo... non lo sapevo proprio ". El pecado: haberle pagado unas monedas a la voluptuosa y salvaje Saraghina para que baile una rumba, en la playa, para ese grupito de alumnos del internado de Rímini que se han hecho una escapada hasta el refugio de la "demoníaca". Y cuando Bergman refiere los castigos que se le infligían, salta el correlato con las pesadillas de sus obras: "Había también una especie de castigo espontáneo -cuenta en Linterna mágica y en Imágenes -, de lo más desagradable para un niño que tenía miedo a la oscuridad: el encierro en un ropero. Alma, la cocinera, contaba que justo en ese ropero vivía un pequeño ser que les comía los pies a los niños malos. Yo oía con toda claridad que algo se movía allí adentro, en la oscuridad. Estaba aterrorizado, no me acuerdo de lo que hacía; probablemente subía a los estantes y me colgaba de los ganchos para evitar que me comieran los dedos". En Detrás de un vidrio oscuro , no es un niño sometido al amenazante ropero sino la perturbada Karin-Harriet Andersson, prisionera de alucinaciones con raptos místicos, que intuye, dentro del armario y bajo el empapelado de la pared, la presencia de un misterioso ser. Finalmente, lo que emerja de allí será una araña enorme.

Estos niños, reprimidos y castigados, canalizarían sus miedos y los fantoches del alma en sendas vías de expresión artística. Y esos saltos, del infierno al éxtasis creativo, eran la base del arte de una época. Bergman, formado entre la admonición y el avasallante peso de la dramaturgia de Strindberg y el desencanto de la juventud perdida que surgía del cine de Julien Duvivier. ¿Y Fellini? Más dispersas las huellas de sus fuentes, dejan entrever el chirriante cruce de la reclusión en el internado católico con el mundo del varieté y los prostíbulos.

Sus vivencias condujeron a distintas formas de agnosticismo: la ausencia de respuesta de un orden divino ante el sufrimiento terrenal (en el matrimonio, en la soledad, en la salud mental), en el sueco. A FF, en cambio, lo impulsaron a descubrir una insólita espectacularidad en esa representación que bascula entre lo sublime y lo grotesco, de la parodia de una cultura eclesiástica rancia a la gesticulación desolada de un clown maquillado o a las caderas desmesuradas de una prostituta.

En la inquietud de hoy se imponen los conflictos etnográficos por la inmigración, el terrorismo, la droga, la diversidad sexual. Y empezamos a olvidar a Bergman y a Fellini: films como los suyos no tienen espacio. Se hacen otros films y quizá tampoco nos conforman. Y habría que recordar que cuando estos maestros europeos se impusieron, los que iban camino del olvido eran John Ford, Orson Welles, William Wyler. Para los cinéfilos de hoy, asiáticos como Wong Kar-wai, Tsai Ming-liang o Jia Zhang-ke casi no dejan espacio a los de Hollywood ni a los de Cinecittà.

Claro que hubo un asiático que se adelantó y que quedará para siempre: Akira Kurosawa. Y que un ruso ("el más grande de todos nosotros", dirá Bergman) seguirá viviendo -tal vez- por varios siglos: Andrei Tarkovski.

El ojo del diablo

The Ingmar Bergman Archives: llega el libro en castellano

Cuando en 2007 Ingmar Bergman entrevió la inminencia de su fin, desde su refugio en la isla de Farö promovió un trámite jurídico con sentido testamentario: autorizó a la firma Taschen y al editor sueco Max Ström (especialistas en libros de arte) el libre acceso a sus archivos de la Fundación Bergman y la licencia para compilar y reeditar sus escritos y entrevistas. Muchos de estos materiales eran poco o nada conocidos fuera de Suecia, razón por la cual la aparición de The Ingmar Bergman Archives , en 2008, produjo un esperable impacto. El volumen no se limitaba a la simple documentación escrita de la obra bergmaniana; el fotógrafo Bengt Wanselius había rastreado archivos fotográficos por toda Suecia y de las colecciones privadas de varios fotógrafos emergieron imágenes inéditas.

La evaluación y supervisión de la totalidad recayó en Paul Duncan, editor de Taschen especializado en cine, quien pronto advirtió los alcances de la ambiciosa empresa, por lo cual se rodeó de un equipo de expertos "bergmanistas" que se sumaron en calidad de editores-colaboradores: los investigadores Peter Cowie, Bengt Forslund, Ulla Aberg y Birgitta Steene prepararon los textos que abordan desde distintas perspectivas la totalidad de los trabajos de IB. Los films ocupan el centro de atención, con extensas referencias sobre cada uno de ellos y un generoso despliegue de fotos de escenas y de rodajes. A todo esto se suman cronologías y entrevistas.

Ahora se verifica el lanzamiento, en países de habla hispana, del monstruoso volumen en su formato y lengua originales, con el acompañamiento, a modo de apéndice, de un libro de 220 páginas, sin ilustraciones, que contiene la traducción (un tanto raleada) de los textos en castellano. "Monstruoso" es un epíteto que suena irreverente, pero la verdad es que el lector se las tiene que ver con un objeto que mide, en centímetros, 41 x 30, que incluye casi 600 páginas, con un DVD, un trozo de celuloide con fotogramas del film Fanny y Alexander (insólito, pero conmovedor como reliquia), y que pesa seis kilos. El costo inicial de este producto de colección en el mercado era de 150 euros pero, aun cuando se esté en condiciones de adquirirlo, el libraco tiene un inconveniente. En efecto: el editor Duncan, en vista del acromegálico resultado de la criatura, deslizó una advertencia en clave de sorna, pero realista: "Si te acomodas en la cama para leer este libro apoyándolo sobre tus rodillas, el flujo sanguíneo de las piernas no tardará en disminuir considerablemente".

Hay que destacar que la mayoría de los textos que conforman esta verdadera summa pertenecen al propio Bergman, de quien, a propósito de cada film, se rescatan observaciones provenientes de apuntes y de entrevistas. En un descanso de la habitual angustia generada por sus criaturas, Bergman probó suerte en los climas distendidos, algo que no le era ajeno en el teatro, donde se había ejercitado con La viuda alegre , en 1954. Al año siguiente emprendió el rodaje de Sonrisas de una noche de verano : "Soy inmensamente feliz por haber descubierto la comedia como forma de expresión", dice después de su intento en este campo, esta vez en el cine. "Sin embargo -aclara- es un medio que exige un grado tremendo de precisión, ligereza y cuerpo." El realizador mantendrá este tono optimista en una misiva que, después del estreno, les dedica públicamente a dos de sus actrices favoritas, integrantes del elenco de esa comedia: Eva Dahlbeck y Harriet Andersson. La carta, solicitada por la revista sueca Folket i Bild , matiza con sutil picardía las densas páginas de los Archives .

El aprendiz de hechicero

El testimonio más vivo de los Archives surge de un artista excepcional, uno de los seres más cercanos al genio: el actor, director y dramaturgo Erland Josephson, inspirado redactor de "Que empiece la función...", el texto que oficia de prólogo al volumen. Al describir al director en sus años juveniles, ofrece de él un retrato acaso inédito: "Bergman [...] se hace pasar por agitador y asalta la tiranía del buen gusto. Tocado por una boina, una amante y un aura misteriosa bien ensayada, va acompañado de su irresistible creatividad, estimulado por su propia risa demoníaca y sus asombrosos arrebatos".

Sometidos a la dirección del severo creador sueco, tanto en el cine cuanto en el teatro, hubo varios pares de Josephson que dieron vida a sus borrascosas criaturas: Gunnar Björnstrand, Jarl Külle, Max von Sydow o Anders Ek (esposo de la notable bailarina Birgit Cullberg y padre del coreógrafo Mats Ek. Murió prematuramente, en 1979). Pero la condición de Josephson era distinta: ni un hermano ni un compiche de Bergman; más bien, una especie de álter ego (como Mastroianni lo fue de Fellini) y, al mismo tiempo, lo más parecido al apprenti sorcier , ese aprendiz de hechicero que trata de seguir puntualmente al maestro.

Tuve la ocasión de recibir, de boca del propio Josephson, revelaciones acerca de la fascinación de esa tribu. Lo conocí en 1984, en el Festival de Karlovy Vary. Al año siguiente volví a encontrarlo en el Festival de Río y esta vez contó acerca del apabullante pero fluido rodaje de Escenas de la vida conyugal , confiado a la excluyente actuación de casi dos únicos intérpretes -él y Liv Ullman-; no imaginaba entonces que treinta años después se reencontraría con su esposa de ficción en Saraband para reanudar la trama concebida por el maestro.

"Es un hecho misterioso, ¿sabe? -confesó-. Bergman nos embruja, nos reúne como si fuéramos la familia de su infancia, nos cuenta historias, nos fascina. De pronto nos sentimos como hermanos o primos, en una relación a veces casi promiscua... No lo advertimos, pero de pronto nos damos cuenta de que estamos inmersos en un drama, de que somos personajes de otra época, de que hablamos como perdedores patéticos o como cínicos dominantes. Cuando a cierta altura Sven Nykvist dispone las luces y comienza a accionar la cámara, casi no sentimos que estamos en medio del rodaje de un film: es como la continuación de una ceremonia que ya conocemos y en la que respiramos naturalmente. Estamos en trance, a veces dichosamente, como en otra dimensión."

En el prólogo de los Archives, desliza una descripción puntual del "embrujo": "Bergman agarra a los actores, literal y metafóricamente. Sí, literalmente. Sujeta al actor por el brazo y lo guía en escenas irresistiblemente imaginativas. La mano en el brazo parece amable y amistosa, pero la presión sugiere una misteriosa forma de agresión, una especie de salto mortal emocional: contagiosa, alarmante, divertida, cargada de arriesgadas exigencias".

Sus discípulos obedecían, nunca se resistieron al embrujo; sabían que el maestro los guiaba y que, tarde o temprano, las criaturas que él había concebido emergerían. Sospechaban que, como reza el título de uno de sus celebrados films, se movían bajo el sagaz "ojo del diablo".

Para él, cualquier recurso era válido para alcanzar, a través de la emoción de sus actores, ese objetivo que el propio cineasta, como si continuara vivo, consigna en algún rincón de este inagotable, definitivo libro: describir la actividad universal del mal.

La leyenda de Via Veneto

Hace 50 años Fellini estrenaba La dolce vita

Roma by night , años cincuenta: hay algo de vida nocturna, pero el Papa la desaprueba. Es la razón por la cual el 9 de octubre de 1958, fecha de la muerte de Eugenio Pacelli (Pío XII), quedó señalada como el momento de dar comienzo a la célebre movida de Via Veneto, que se prolongaría por años. Era una ceremonia mundana que vinculaba, en la exhibición por cafés y veredas de la elegante calle, a cierta burguesía decadente con figuras del espectáculo y del ambiente periodístico.

A partir de entonces, termina de imponerse una costumbre que venía insinuándose desde tiempo atrás: romanos y provincianos se acercaban a la iluminadísima calle para ver de cerca a las celebridades y al curioso despliegue de las "fotocacerías": reporteros gráficos que persiguen a los famosos. Un actor casi desconocido, Walter Santesso, consigue que Fellini lo seleccione para un personaje secundario de una película que está por filmar: "Serás el fotógrafo que acompañará a Mastroianni en sus crónicas periodísticas -le dice el célebre regista -, y en el film te llamarás Paparazzo". Con los años, nadie se acordará del nombre del actor, pero a los fotógrafos de la farándula se los llamará, en todo el mundo, paparazzi .

Fellini no lo sabe aún pero está viviendo su annus mirabilis : ha decidido abandonar la nostálgica evocación de su juventud en la Rímini natal (la de Los inútiles ) para registrar la bullente movida de la Roma actual. El productor Dino De Laurentiis lo respalda, pero su aporte económico no alcanza para financiar el ambicioso proyecto del cineasta. Aparece otro, Peppino Amato, a quien le fascina la idea de un film ambientado en su rincón favorito de Roma, a tal punto que propone que el título sea "Via Veneto".

Federico ya ha elegido otro: La dolce vita , porque la trama no se reducirá a esa luminosa strada . ¿Y cuál es esa trama? Nadie lo sabe con certeza. El recordado Tullio Kezich, amigo del cineasta y maestro de periodistas, consigna de primera mano la frase con la que FF dio la pauta de la estructura del film: "Tenemos que armar una escultura picassiana, hacerla pedazos y después rearmarla según nuestro capricho". Ése fue, más o menos, el resultado: un impresionante fresco de tres horas durante las cuales, a través de siete secciones, el periodista Marcello Rubini recorre distintos laberintos de la vida urbana, desde el cielo (la famosa secuencia inicial del helicóptero que transporta la escultura de Cristo) y luego a través de las entrañas mismas de la ciudad. Hay dos guionistas que acertaron a interpretar, en diálogos y situaciones, las intuiciones que brotaban de la idea original del director: Ennio Flaiano y Tullio Pinelli.

"A las 11.35 del 16 de marzo de 1959 -documenta el mismo Kezich en su exhaustiva biografía de Fellini- resuena el primer chak [del pizarrero] en el Teatro 14 de Cinecittà, donde el arquitecto Gherardi ha reconstruido el interior de la cúpula de San Pedro." Será la secuencia de la subida de los casi 600 escalones que Anita Ekberg trepará sin dificultad, perseguida por el esforzado (y arrobado) periodista Rubini-Mastroianni.

A esta situación seguirá otra, ya no en Cinecittà sino en el centro de Roma, que habría de quedar en la historia: Marcello y la deslumbrante "Anitona" (como la habían rebautizado él y Federico) ingresarán en las iluminadas aguas de la Fontana di Trevi; era una noche fría y la actriz necesitó calzar unas botas de goma que le llegaban a los muslos; entre toma y toma debía ser protegida con una manta por los asistentes, quienes, por lo demás, debían soportar las expresiones de desagrado de la actriz. Pero la magia del cine es más fuerte que la realidad y el mito de una de las escenas más románticas del cine italiano nacía en la misma noche del rodaje: como si hubieran presentido que esa escena iba a resumir algunas de las imágenes más emblemáticas de la cinematografía del siglo, centenares de fotógrafos y curiosos presenciaron, hasta la madrugada, las reiteradas tomas de la fuente. El rodaje de La dolce vita era, ya en sí mismo, un espectáculo fascinante.

Casi quince años más tarde, el mito estaba en su esplendor. Ettore Scola filma Nos habíamos amado tanto y elige la Fontana di Trevi como fondo para una escena. La trama sigue de cerca la relación de tres amigos, entre 1945 y 1974. Cuando el desarrollo de la historia cruza los años cincuenta, Nino Manfredi es un camillero del Hospital San Camilo que una noche, pasando por Trevi con la ambulancia, descubre a su ex novia (Stefania Sandrelli) entre la multitud que observa un rodaje. "¿Quién filma, De Sica?", pregunta el camillero. "No, es Fellini." Pero su ex, una pícara aspirante a actriz, se ha posicionado muy bien: conversa con un seductor Mastroianni y coquetea con el director Fellini, que mueve su cámara (lo actúa, en realidad) en torno a la fuente. El rodaje revivió, así, en otra película, gracias a la colaboración del actor y el director, que se prestaron para "representar" el milagro de aquella noche. "En los 30 años en que estos amigos transitan por la vida -explicó Scola-, me pareció que la gestación de La dolce vita había sido un punto de atención emblemático en la historia de Italia."

Después vendrían otras secuencias: la muy cuestionada de Steiner (Alain Cuny), el nihilista que mata a sus hijos y luego se suicida; la del falso milagro de la madonna y la de la llamada "orgía", con el ingenuo strip-tease de Nadia (Nadia Gray) en su villa de Fregene, que precede al intrigante final, una especie de coda en la playa, con el misterioso monstruo marino que dio lugar a tantas interpretaciones. Cada tanto, sin embargo, se vuelve a Via Veneto, donde la vida de unos pocos privilegiados y esnobs transcurre entre cafés, champagne, petits scandales y exhibicionismo, a modo de metáfora del patético desfile carnavalesco que, en realidad, oculta un profundo, insoportable vacío espiritual. Toda una alegoría, en una fragmentación de cuadros sucesivos, como en un auto sacramental del Medioevo.

Cinco meses de rodaje, una complicada posproducción, despliegue de prensa y finalmente el alboroto en el Festival de Cannes cuando, al principio a contrapelo del gusto de una parte de los jurados, La dolce vita logró alzarse con la Palma de Oro por unanimidad, gracias al poder de convicción del presidente del jurado, Georges Simenon, en cierto sentido otro álter ego de FF. (Otros integrantes del jurado fueron pesos pesados como Marc Allégret, Grigori Kozintsev, Henry Miller y -entre otros- el argentino Ulyses Petit de Murat, quienes, por lo demás, otorgaron el Premio Especial del Jurado a La aventura , de Michelangelo Antonioni.) La polémica en torno al film duró años: la Iglesia lo condenaba por irreverente y hereje; la izquierda, porque "se compadecía" del deterioro de una burguesía ya extinta.

El gran mentiroso

"A veces, si se me da por ver alguna de mis películas (por casualidad, porque nunca vuelvo a ver mis films), como Casanova o Satyricon , muy a menudo me surge, espontánea, una pregunta: Pero... ¿quién ha hecho esto?", reflexiona el director, frente a cámara, en el comienzo de Federico Fellini: sono un gran bugiardo ("Soy un gran mentiroso"), el documental que Damian Pettigrew presentó en 2003. "Cuando hago mi trabajo -sigue FF-, en el momento en que me convierto en cineasta, soy un poseído. Un oscuro habitante [de mí] que no conozco toma las riendas y dirige en mi lugar. Y yo me pongo a su disposición: mi voz, mi sentido artesanal, mi tentativa de seducción, o de plagio, o de autoridad. Pero es «un otro», en realidad. Otro con quien convivo pero que no conozco de una manera directa, sólo de oído."

En el fondo de sí mismo este hombre irónico y descreído alberga un dios fantasmal; no le ha visto la cara pero conoce su voz. Como Bergman, no tiene acceso al conocimiento de divinidad alguna, pero acepta sus dictados y responde en consecuencia. Este extrañamiento frente a lo que filmó, como el de Borges frente a sus textos, no le permite saber si es él o el otro el que filmó ("el que escribe") esas imágenes ("estas líneas"). Lo sacude ver en la pantalla el Triumph Sport con el que Rubini-Mastroianni estaciona, de noche, frente a un bar de Via Veneto. El regista genial podría decir: "Nunca estuve allí". Y es cierto, porque si bien se dijo que aquel había sido la más cabal documentación de la noche en la elegante calle romana, lo cierto que el "mago" y sus cámaras nunca fueron a Via Veneto: la reconstruyeron en el Teatro Cinque de Cinecittà.

Para Fellini, la ficción que resultaba de su memoria emotiva siempre fue más verdadera que la realidad. "Para que coincida con ese recuerdo, con ese sueño, reconstruyo fuera del lugar real, corroborable, y por eso -dirá años más tarde- soy un gran mentiroso."

© LA NACION

Retrospectiva "Tutto Fellini"
La Cinemateca Argentina, el Instituto Italiano de Cultura y el Complejo Teatral de Buenos Aires han organizado la retrospectiva integral "Tutto Fellini", con la totalidad de la obra de Federico Fellini en la Sala Lugones, a partir del viernes 10. En el Instituto Italiano de Cultura, a título complementario, se exhibirán dos documentales: Fellini: Soy un gran mentiroso, de Damian Pettigrew (el miércoles 8) y A Director´s Notebook, que el propio Fellini realizó para la NBC de Nueva York (el miércoles 28), con acceso libre.

En la Lugones, el programa de la primera semana es el siguiente:


Viernes 10: Luces de varieté (1950, en codirección con Alberto Lattuada), con Pepino de Filippo y Giulietta Masina.


Sábado 11: El sheik (1952), con Alberto Sordi.


Domingo 12: Los inútiles (1953), con Franco Fabrizi y Alberto Sordi.


Martes 14: La strada (1954), con Anthony Quinn y Giulietta Masina.


Miércoles 15: El cuentero (1955), con Broderick Crawford.


Jueves 16: Las noches de Cabiria (1957), con Giulietta Masina y Amedeo Nazzari.


Viernes 17: La dolce vita (1960), con Marcello Mastroianni, Anita Ekberg, Anouk Aimée.


Sábado 18: Ocho y medio (1963), con Con Marcello Mastroianni, Sandra Milo, Claudia Cardinale.


Domingo 19: Julieta de los espíritus (1965), con Giulietta Masina, Sandra Milo.