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sábado, 5 de septiembre de 2009

¿Quién le teme a la música clásica?

René Vargas Vera
Para LA NACION





Es como un cuento de terror. Como parte del teatro argentino del absurdo. Quien quiera podrá incorporarla naturalmente a la interminable guía de perplejidades ciudadanas. Dos radios consagradas a difundir la música clásica han desaparecido del dial.

Una, tras un golpe siniestro y mortal, hace siete meses. Lo sufrió Radio Cultura Musical (FM 100.3), que fue borrada olímpicamente del aire por una radio trucha, que tiene su escondrijo (para salvar precariamente su anonimato), en la torre de la esquina de Mansilla y Ecuador, en esta ciudad. Desde ese punto, que los bien informados saben a quién pertenece, la radio fantasma emite, sin identificarse y sin parar, ¡música tecno! ¡Al diablo con la cultura!

La otra es Radio Amadeus (FM103.7), cuyo titular ha decidido no transmitir más música clásica y dedicarse a la música para adolescentes.

El resultado ha sido la unión casi idílica de ambas emisoras en una sola, que se convierte de la noche a la mañana (esto ocurrió el 15 de agosto) en Amadeus Cultura Musical. Idílica tan sólo por el buen entendimiento entre ambos empresarios radiales y por la suma de potencialidades artísticas (entre ellas, la nutrida discografía resultante).

Pero perdimos definitivamente, con Amadeus, una radio dedicada sólo a difundir la música clásica "todo el tiempo" (como repetía Martin Wullich como slogan). Y este despojo -que es un perjuicio para toda la ciudadanía ávida y necesitada de buena música, y no sólo para una presunta elite- no tiene remedio, salvo que milagrosamente aparezca un mecenas melómano que nos restituya ese valor tan vapuleado y menoscabado.

De allí el engaño resultante de la unificación de ambas emisoras en una sola frecuencia.

Porque junto con la desaparición de la música clásica en Amadeus, también en la FM 100.3 se ha esfumado por completo, usurpada por aquella poderosa emisora clandestina de música tecno.Y de este modo, todo el ideal de un obstinado defensor y divulgador de la música clásica, como lo es el doctor Adolfo Critto, como también el gesto de Daniel Hadad de entregar la identidad radial de Amadeus, van a parar al vacío, al silencio, a la nada.

Dicho de otro modo: el absurdo es que FM 100.3 ¡no existe en el aire! Es una abstracción. Porque ésta que ahora se promociona como Amadeus Cultura Musical sigue muda. Miles de personas siguen tratando de comunicarse con sus respectivos dueños: el doctor Adolfo Critto, de Radio Cultura y Radio Cultura Musical, y el señor Daniel Hadad, de Amadeus, en busca de una explicación razonable.

Nadie la encontrará mientras el Comfer no tome cartas en el asunto, para revertir una situación confusa y extraña. Critto no solamente no ha recibido respuesta alguna del Comfer: tampoco ha sido recibido por el titular del Comité Federal de Radiodifusión, pese a los insistentes llamados desde su oficina radial. Como si fuera poco, uno de los funcionarios del Comfer le informó a Critto que el trámite de (tentativa) "devolución" de su frecuencia sería una diligencia que llevaría mucho tiempo.

Toda esta situación tiene visos de siniestra conspiración contra la música clásica. En este ultraje se conjugan, como en la mafia, los invasores del espacio radial, la connivencia y el obstinado silencio oficial. Por esto mismo, entre los sucesivos y variados atropellos consumados por autoridades y radios truchas contra las radios que difunden música clásica, desde hace largos veinte años, éste es quizás el golpe más descarado y vil.

Nuevamente la música clásica ha desaparecido del dial en esta megalópolis donde -se afirma- reinan el arte teatral, el cine, la música popular, las galerías de arte, los centros culturales, los museos?

La historia vuelve a repetirse. Radio Cultura Musical nace en 2001, tras haberse disuelto Radio Clásica (FM 97.5), primera emisora privada en difundir, hasta 1998, música clásica en excelentes espacios. Para esto, Critto transforma aquel año 2001 la FM Llama, de su hijo Enrique, que difundía música para los jóvenes, dedicándola por entero a la música clásica, con la inconfundible voz y estilo de Mario Keegan. Y la suma a su primera emisora, Radio Cultura (97.9), para no modificar su perfil y poder satisfacer la enorme demanda de quienes escuchaban la emisora acallada.

En ese mismo 2001, Radio Nacional era desplazada a un lugar inexistente en el extremo del dial, lo que fue calificado, no sin alguna razón, de terrorismo cultural, hasta que pudo recuperar un espacio digno en el dial (96.7).

Hacía tiempo que Radio Municipal había extirpado de su programación la música clásica, tras haber alcanzado, hacia fines de los años 80, un nivel de excelencia. Buenos Aires llegó a tener el privilegio de contar con cuatro emisoras consagradas por entero a la música clásica.

En 2004, Santiago Chotsourian deja su cargo como director musical del Teatro Colón para fundar Amadeus, a la que define como "radio de iniciación musical". Fue otra excelente propuesta, con mucha música y la palabra simpática, atinada y mesurada.

Muchos avatares sufrió la música clásica en nuestro país. Y no se explica que, llegados al final de la primera década del siglo XXI, alguien pueda seguir alimentando el necio preconcepto de que ella está destinada a gente pudiente o de alto rango social. La verdadera alcurnia es la del espíritu. Y ésta puede anidar en el prójimo más humilde. Bastará con recordar las peregrinaciones del eximio pianista argentino Miguel Angel Estrella por los altos del Aconquija tucumano con su piano, y el fervor mostrado por indígenas y gente de humildísima condición frente a obras de Mozart o Chopin. Los conciertos multitudinarios de música clásica lo han demostrado palmariamente ante los ojos de los más incrédulos.

Esta burla que la ciudadanía está soportando, necesita imperiosamente ser redimida por el Comfer, como demostración de responsabilidad y ética en los despachos oficiales. Si la virtual supervivencia de Amadeus vale por sí misma, mucho más importante es que la frecuencia de FM 100.3 recupere su voz y su presencia.

Para esto, habrá que contar también con el decidido apoyo y gestión de la Legislatura porteña, que el 15 de junio de 2006 declaró de interés cultural su programación.

El autor es compositor y crítico de música.

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