ACADEMICUS



UN PUENTE ENTRE EL MUNDO ACADÉMICO Y UNIVERSITARIO Y LA SOCIEDAD.


sábado, 5 de septiembre de 2009

INVENCIONES: cuando la prosa de cada día puede transformarse en un mágico e inolvidable endecasílabo.

Por ALEJANDRO A. DOMÍNGUEZ BENAVIDES


MARILÚ MARINI

Entre tantas señoras grandes, de otra época, conocí personalmente a las Ocampo. Después hurgue en la memoria de quienes las habían tratado en diferentes etapas de sus vidas y comprobé que la tradición oral y la memoria escrita tienen mucho de real pero también de “invenciones”. Con el tiempo descubrí que ese mundo de las Ocampo me era familiar. El tazón de chocolate para celebrar las fiestas patrias servido en tradicionales vajillas inglesas Enoch Woods english scenery de la casa Woods and Son, paradójicamente, azules y blancas.
Los libros en francés y el paisaje de la pampa: “el campo”, “popo y pipi” para no llamar esas cosas de la vida ordinaria de otro modo y distinguir donde estaban ellos y nosotros… Un mundo que fue desdibujando el tiempo y hoy es como una de esas postales color sepia.
Estos recuerdos de costumbres argentinas de otro tiempo reaparecieron sin melancolía, por que la puesta de este espectáculo unipersonal –para nada nostalgiosa- protagonizado por Marilú Marini dirigida por Alejandro Maci.
Maci como actor integró el elenco de puestas memorables como Galileo Galilei de Jaime Kogan y Fuenteovejuna de Roberto Villanueva que marcaron un hito en la historia del teatro de los últimos veinticinco años.
En 1994 escribió el guión del telefilm biográfico Adolfo Bioy Casares, una videografia, dirigido por Ricardo Aronovich, basado en el libro "Memorias" de Bioy Casares. Debutó en cine en 1997 con el largometraje “El impostor”, basado en el cuento de Silvina Ocampo y adaptado en colaboración con Jorge Goldenberg y María Luisa Bemberg, con quién trabajó varios años).
Como vemos Maci está familiarizado con el mundo y la obra de Silvina Ocampo por esa razón logró un trabajo dramatúrgico exacto que dio pie a que “la Marini” logre mantenernos durante ochenta minutos absortos frente a su personaje, una escritora que espera a su amante con embustera convicción. La escenografía ni el vestuario cambian. Si, el trabajo de la actriz por eso es excelente y se resume en dos planos: primero el manejo de la voz, sabe colocarla para que la escuche todo el teatro no adolece de ese defecto horrible del susurro que practican las nuevas generaciones de actores y que muchas veces me han provocado la sensación de haberme vuelto sordo y cuidado: colocar la voz no es gritar, los matices, las inflexiones están expresadas con suavidad sobre todo en las historias de carácter intimista.
El otro plano es la expresión corporal. Marini, hace hablar a su cuerpo si no se sabe ejecutar los misterios de este instrumento fundamental del actor es imposible la puesta de una fábula que transcurre en una suerte de desván de una casa importante donde la protagonista está acompañada de sus objetos más queridos, pero por sobre todo las historias de familia. Marilú Marini baila California Dreamin de The Mamas and The Papas , se sube a una escalera, baja, se sienta, juega a la rayuela corre y acompañando ese ritmo, sin vertigo, salen los recuerdos del crimen de Adela la criada vasca, sorda y con vegetaciones que encima se acordó a los sesenta años de ser joven; cuando con su madre en el campo jugaban a ser pobres; o esas tías que le enseñaban a decir tutú, pipi, chucu-chucu a la niña rebelde que no aprendía la lección y de ese modo “nunca iba a hablar como la gente”.
Lo que sí aprendió es que “no siempre conviene lo que uno busca”; que “Dios nos escucha cuando no sabemos hablar”, que “la arrogancia tiene papada y la modestia una joroba” y que “la vejez parece un disfraz y la niñez también, pero menos ambicioso”.
Marilú Marini que nos conmovió interpretando en 2003 a Winnie en "Oh les beaux jours" de Samuel Beckett y hace dos años, reimos con Incrustaciones la comedia negra de Chantal Thomas, retorna prodigiosamente al escenario para demostrarnos que las banalidaes, lo nimio, lo ordinario la prosa de cada día solo los artistas pueden transformarlo en un mágico e inolvidable endecasílabo.

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