ACADEMICUS



UN PUENTE ENTRE EL MUNDO ACADÉMICO Y UNIVERSITARIO Y LA SOCIEDAD.


jueves, 13 de enero de 2011

CUIDADO CON LA WEB... por JOSEFINA CAPRILE de FERNÁNDEZ LLORENTE* para LA NACIÓN



Mientras el remolino de las comunicaciones gira por el mundo, con las redes sociales de la Web se corre el riesgo de que todo fluya demasiado vertiginosa y libremente. Todo. Nuestros datos, direcciones, invitaciones, eventos y amistades... Se puede terminar así con el más íntimo de los patrimonios: la privacidad. Nos encontramos con cibernautas envueltos en innumerables contactos virtuales. Escriben, invitan, anuncian, reenvían, aceptan, muestran, los muestran, se exponen y los exponen. Difunden y delatan. Chatean mucho, dialogan poco. ¿Quiénes son? Son el grupo. Son todos. El fenómeno de las redes sociales va en aumento y sus usuarios son cada vez más jóvenes.

¿Divertido? Bastante. A quién no le divierte ver y verse en Facebook, esa eterna pasarela virtual. ¿Práctico? Por supuesto: no hace falta moverse ni salir de casa (con el consabido riesgo que esto supone) para "conocer" y aceptar cuantos contactos requieran solicitud de amistad. "Tengo 932 amigos -afirma Fer (16 años)-. En realidad, conozco personalmente a menos de la mitad." Patri (17) tiene el récord entre sus compañeros de curso: 1321 "amigos". Y, como no ha puesto pautas de privacidad, va por más.

Sabrina (15) subió 216 fotos de su viaje a las sierras y Felipe (18) mostró 64 imágenes de su partido de fútbol. "Si todos se muestran, no puedo quedarme afuera", declara Luli (15), mientras cuelga las fotos sacadas en el preboliche del sábado. Lo que quizá Luli no tuvo en cuenta es que una vez subida a Internet, su foto es de todos y ya no hay vuelta atrás. Lo advierte un video de YouTube: "En Internet, tu foto ya no es tuya. Pensá antes de subirla".

No sólo los contactos se cuentan de a cientos o miles. También son innumerables las horas frente a las pantallas. "Para mi hijo, despertarse y conectarse es casi la misma cosa. Hasta las tostadas me las pide por MSN", afirma Gaby, madre de Tiago (18). Pero ¿qué necesidad hay de estar permanentemente conectados? ¿Qué necesidad hay de informar que estás comiendo ravioles o cambiando de zapatillas? Sin duda, la irresistible necesidad de estar conectado puede volverse obsesiva. Como siempre, la medida y el criterio serán nuestros óptimos recursos para sacar los mejores frutos de la Web.

Buscando un sano equilibrio, Antonio Grandúa, un padre de familia español, optó por hacerse de una mesita de la cocina y denominarla "estacionamiento nocturno de pantallas". "A cierta hora del día -explica-, todos los miembros de la familia «estacionamos» nuestras pantallas: celulares, iPod, notebooks, etc., sobre este mueble para poder cenar, conversar y descansar sin distracciones. Confieso que no me es fácil apagar el celular, pero entiendo que dando yo primero el ejemplo estoy mostrando a mi esposa e hijos que a la hora de la cena estar con ellos es lo prioritario."

Al más puro estilo "promo", nos estamos acostumbrando a informar, hablar y mostrar todo junto al mismo tiempo. ¿Con qué quiere acompañarlo? Responda ahora mismo. Si no, ya fue. Quizá necesitemos un momento para la respuesta. Para analizar, razonar y reflexionar. Pero da la impresión de que el pensamiento es un proceso que lleva tiempo y la tecnología informática, un invento poco amante de los procesos. El pensamiento pide pausa; la tecnología pide pista. Y nos plegamos deslumbrados a la autopista de la tecnología atendiendo varios focos simultáneos. Tal vez, demasiados: las fotos, el detalle de la cuenta del banco, las compras, la formidable dieta que titila en la pantalla y la participación de casamiento del hijo de la amiga que llegó por mail. Todo de una.

Hace mucho fueron el fuego y la rueda. Luego dicen que fue una máquina de coser la que abrió paso a la revolución industrial. Más tarde, el tren, el teléfono y la televisión lograron lo imprevisible. Hoy es la Web. Los desafíos que afronta este progreso tecnológico son sorprendentemente parecidos a los de las épocas anteriores. La clave está en disfrutar de la Web sin atolondrarnos ni enceguecernos, dejando espacio para las admirables posibilidades del ser humano: la reflexión, el encuentro real con la familia y los amigos, el resguardo de la intimidad, la concentración y la contemplación sin apuro.

Sencillamente, parecido a lo de siempre.

© La Nacion,jueves 13.01.2011.

*La autora es escritora. Su novela más reciente es ¿Quién conoce a claroscuro?

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