ACADEMICUS



UN PUENTE ENTRE EL MUNDO ACADÉMICO Y UNIVERSITARIO Y LA SOCIEDAD.


domingo, 20 de octubre de 2013

FIN DE JORNADA por Alejandro A. Domínguez Benavides


"Los mayores debemos pedirles disculpas a los chicos por no haberles enseñado a divertirse".
Con estas palabras, el entonces Arzobispo de Buenos Aires Cardenal Jorge Mario Bergoglio concluía su reflexión el 27 de octubre de 2007. Recuerdo que era en un día de sol radiante, unos mil padres y madres de colegios parroquiales, congregacionales, laicos y estatales de la ciudad de Buenos Aires seguramente dejaron sus actividades deportivas o recreativas para reunirse en el salón de actos del Colegio La Salle. El encuentro lo había organizado la Vicaría Episcopal de Educación. Tengo la grabación de estas palabras, pero no sé dónde, ya aparecerá el casete, gracias a mis “libretitas” de apuntes que siempre me acompañan tengo párrafos textuales del padre Jorge y de otras personas que releo de tanto en tanto y hoy ante el asombro de lo cotidiano vinieron a mi memoria estas palabras.
Me gusta ir a la panadería a la mañana los domingos generalmente la soledad de las calles alejadas del ajetreo diario me ilusionan de que vivo en otra ciudad pero claro hoy era un día de “fiesta”. No sé por qué a mis vecinos se les ocurre comprar masas el día de la madre pero bueno, paciencia, fue mi natural razonamiento cuando llegué tenía doce potenciales compradores de dulces.
Hoy es un día de “fiesta”. El local estaba envuelto en un clima de histeria más cerca de la Bolsa de Wall Street que de la bolsa de pan. Es domingo. Todos apurados, molestos, impacientes muchas supuestas madres homenajeadas con caras de suegras miraban el reloj, celular última generación en mano, azuzaban a las pobres vendedoras que a las diez de la mañana tenían una cara de cansancio como si hubiesen sido las once de la noche después de un largo velorio.
Yo observaba y vinieron a mi memoria esas palabras que nos dijo aquella lejana e inolvidable tarde de octubre el padre Jorge, hoy Papa Francisco. "La fiesta reúne, la diversión disgrega; cuantas veces en la diversión no estoy ni conmigo mismo; en la fiesta soy yo, en la diversión me fabrico un yo; la

fiesta celebra la vida, la diversión es la huida de la vida".
Contemplaba con pena a toda esa gente que me rodeaba. Cuando fui a pagar la cajera me dijo como me molesta la gente que no sabe esperar. A mí también le conteste.
Y las ideas me dieron vuelta todo el día hasta ahora; la fiesta reúne, en la fiesta soy yo, se celebra la vida. Cuando faltan estos tres elementos se acabó la fiesta. Muchos de esos vecinos a lo mejor se “divirtieron” ¿pero festejaron?
La fiesta no es meramente un día en el que no se trabaja,-afirma Joseph Pieper en Una teoría de la fiesta- sino que en la fiesta se accede a algo diverso de lo cotidiano. Y es en los actos religiosos donde lo encontramos, porque es allí, ante la majestad de Dios donde se percibe lo nuevo, lo distinto.
Recuerda el autor que Santo Tomás de Aquino califica de injusta la burla que hace Séneca del sábado judío, “tan lleno de futilidades”, ya que tal tiempo no se pierde, “cuando se realiza el sábado aquello para lo que está instituido: la contemplación de las cosas divinas”. No es la fiesta sólo un día sin trabajo, una pausa neutral, es una pérdida de ganancia útil. En un mundo configurado al servicio de lo útil, no puede haber espacio de tiempo no útil, “como tampoco puede darse un trozo de terreno sin aprovechamiento”. Aquí está uno de los aspectos fundamentales de la fiesta: la fiesta es esencialmente una manifestación de la riqueza, no precisamente de dinero, sino de riqueza existencial.

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