ACADEMICUS
UN PUENTE ENTRE EL MUNDO ACADÉMICO Y UNIVERSITARIO Y LA SOCIEDAD.
lunes, 14 de octubre de 2013
CARLOS MANUEL ACUÑA 1937-2013
Corría en las venas de Carlos Manuel Acuña la tradición de la patria argentina por la que sufrió con pasión hasta el final de sus días. Descendiente de lustres linajes: los Aldao, de Achaval, de Lezica, Lastra, Ramos Mejía no lo encandilaron- como a otros- que inmovilizan sus vidas al contrario supo arriesgar su libertad y su vida cuantas veces fue necesario.
Acuña, había nacido en 1937, padre de cinco hijos, abuelo de varios nietos y bisnietos, eligió el periodismo, dio sus primeros pasos en el diario La Nación. Padeció durante la adolescencia la tiranía de Juan Domingo Perón y deja esta vida en plena lucha por la verdad bajo un gobierno peronista encabezado por los seguidores de una asociación ilícita disimulada tras las formas de un partido político fundado por aquél Gran Corruptor. Profesionalmente siguió paso a paso las intimidades de las crisis que se sucedían sin solución de continuidad. Tuvo la experiencia viva de la política como periodista parlamentario y como seguidor de las tertulias que todavía mantenían un aire de bohemia y espontaneidad que hoy se ha perdido. Si bien se trataba de un periodismo cuyas formas, estilo y esencia se modificó sustancialmente, el rigor profesional se percibe en este primer libro de Acuña sobre un tema tan apasionante cuyas alternativas lo mantienen actualizado. Como periodista, el autor ocupó toda la gama de la actividad profesional, hizo radio y televisión, dirigió agencias noticiosas, fue corresponsal de publicaciones extranjeras y nacionales, columnista de La Prensa durante los años ochenta, de la bahiense La Nueva Provincia y de otros diarios importantes del interior del país.
No escapó al compromiso político conservador por estilo y tradición fue un hombre de consulta.
Escritor de pluma ágil y fluida en estas últimas décadas echó un manto de luz a la vilipendiada lucha antiterrorista. En una de sus obras Por amor al Odio y en otras obras, deja un testimonio a las futuras generaciones de indudable valor. Como buen caballero que fue luchó por causas supuestamente perdidas. Cultivó la amistad muchos extrañaran su presencia en los salones del Jockey Club.
Por todo lo dicho. Hoy la Argentina -como ha escrito uno de esos tantos amigos que supo elegir en la vida- ha perdido a uno de sus más preclaros hombres, a un valiente y sobre todo a un gran señor. En una sociedad que se ha caracterizado por la abdicación de permanente de quienes debían conducirla, fue uno de los pocos, muy pocos que asumió el papel que la historia le tenía reservado.
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