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sábado, 23 de junio de 2012

HACE 25 AÑOS PARTIA FRED ASTAIRE ESE SOPLO DE ALEGRIA.

_______________________________________________________________________________________ 'O baila la cámara, o bailo yo' ______________________________________________________________________________________ por Cristina Marinero para El Mundro de Madrid. domingo 24/06/2012 04:01 horas _____________________________________________________________________________________ En 1981 Mikhail Baryshnikov fue invitado a hablar en el homenaje que el American Film Institute celebraba en honor a Fred Astaire. El astro del ballet clásico, para sorpresa de todos, arrancó su discurso así: "No es un secreto. Todos le odiamos". Baryshnikov prosiguió desvelando palabras tan sinceras, como sorprendentes. "Nos crea complejos porque es demasiado perfecto; su problema es que siempre se está moviendo. Tú terminas tu función, recibes los aplausos y piensas que quizás, sólo quizás, fue un éxito, y te vas a casa... Enciendes la televisión para relajarte y ahí está él, perfecto". "Recordad lo que dijo Ilie Nastase sobre Bjorn Borg", añadió el fenómeno ruso-americano, "nosotros jugamos al tenis; él juega a otra cosa... pues lo mismo sucede con Fred Astaire, nosotros bailamos, pero él hace otra cosa". Y es que, prácticamente, Fred Astaire sólo paró de bailar cuando sus problemas de salud, ya en su octava década de vida, le obligaron a hacerlo. Fue hace 25 años, en su hogar de Los Ángeles, junto a su segunda esposa, Robyn Smith, 40 años más joven que él. Tenía 88 años y mantenía ese porte elegante y caballeroso que le había identificado durante toda su carrera artística junto a Ginger Rogers, su compañera más célebre desde 'Volando a Río', en 1933; "él le da clase", decía Katherine Hepburn sobre la pareja, "y ella le da sexo", Eleanor Powell o Cyd Charisse. Por suerte, se había convertido en inmortal a través de filmes como 'Sombrero de copa', 'Sigamos la flota', 'Melodías de Broadway' o 'Bodas reales', en la que interpretó la famosa secuencia donde baila subiéndose por paredes y techo. La leyenda cuenta que en su primera prueba para el cine, el productor dijo "no actúa, no baila, está calvo, baila un poco". Sin embargo, lo hizo todo y muy bien. Astaire ha sido uno de los principales iconos del musical americano, protagonizando películas de este género durante tres décadas y erigiéndose fundamental para el tratamiento que la danza recibió en la gran pantalla. Ese ha sido su gran legado para la historia, imponer las necesidades de la danza a las leyes de la narrativa cinematográfica. Pues, con sólo tres películas en su curriculum, se hizo con el control a la hora de filmar sus números de danza. Sus aportaciones al mundo del cine Tras el estreno de su tercer largometraje, 'La alegre divorciada' (1934), el bailarín y coreógrafo dejó expuesto, con esta sentencia, el principio que mantendría de ahí en adelante: "o baila la cámara, o bailo yo". Hollywood, por fortuna, se rindió a sus pies de excepcional danzante y dejó que siguieran bailando sin cortes. Porque desde entonces (ya se aprecia en su siguiente película, 'Roberta', de 1935), a Fred Astaire le hemos admirado casi siempre en un único plano, el general, donde la cámara se sitúa a suficiente distancia como para captar en su encuadre todo el cuerpo. Por eso le vemos tan bien, nada nos distrae de sus números de baile, realizados por él o con el coreógrafo Hermes Pan, su gran amigo y colaborador. Astaire desterró de sus películas esos planos detrás de celosías, a través de ornamentos varios, con sombras o tomados en cenital. Además, hizo que los números danzados se integraran en la historia. También hizo muy fácil el trabajo del montador: sus secuencias bailadas no tendrían nada más que un plano, a lo sumo dos, por lo que no necesitarían de trabajo de edición añadido. Por estas razones, durante 30 años, los espectadores de todo el mundo, al contemplar sus números de baile, vieron verdaderos documentos filmados, ya que 'Begin the Beguine', 'Night and Day' o 'Puttin on the Ritz' fueron rodados del tirón y así registrados por el celuloide. Premiado con un Oscar honorífico en 1950 por su trayectoria profesional, poseedor de tres globos de oro (entre ellos otro honorífico, el Cecil B. de Mille), y un Bafta como mejor secundario por 'El coloso en llamas', Fred Astaire había nacido el 10 de mayo de 1899 en Omaha, Nebraska, como Frederick Austelitz. Debutó en el teatro bailando junto a su hermana Adele y el cine le llegó en 1933, con 'Dancing Lady', tras separarse al contraer ella matrimonio. Su última película, 'Ghost Story', la rodó con ochenta y dos años, en 1981. Ha sido inspiración de los más grandes bailarines y coreógrafos, desde el citado Baryshnikov, a Nureyev, pasando por Jerome Robbins o George Balanchine, incluso Michael Jackson confesaba su admiración por él. Su trono en el cine musical americano sólo podría haberlo compartido con otro grande, Gene Kelly, absolutamente diferente en estilo a él, con quien trataron de rivalizarlo, pero de quien fue gran amigo. © 2012 Unidad Editorial Información General S.L.U. Aviso legal Política de privacidad 7 Publicación digital controlada por OJD RSS

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