ACADEMICUS
UN PUENTE ENTRE EL MUNDO ACADÉMICO Y UNIVERSITARIO Y LA SOCIEDAD.
lunes, 23 de mayo de 2011
EL TEATRO EN BUENOS AIRES DURANTE LA PRESIDENCIA DE SARMIENTO.
Por Alejandro A. Domínguez Benavides
A Alberto Sarmiento Laspiur (h) In memoriam
A Claudia Dina Domínguez Benavides, hermanados en el amor al teatro.
1. Advertencia preliminar.
Domingo Faustino Sarmiento nació en 1811 y murió en 1888 vale decir que de
acuerdo con nuestro criterio de periodización su existencia coincidió con la constitución del teatro argentino (1700-1884) hasta los primeros tiempos de su emancipación cultural que coincidirá con el nacimiento del teatro nacional.
Si bien delimito el campo de investigación entre 1868 y 1874 no comparto los esquemas de la mayoría de los historiadores del teatro que nos precedieron –por ejemplo Luis Ordaz y Raúl Castagnino- que utilizaban un criterio histórico-político para delimitar los procesos creativos y estéticos del campo teatral (Cfr por ejemplo su documentada obra Contibución Documental a la Historia de El Teatro en Buenos Aires Durante la Época de Rosas – 1830-1852 -, Comisión Nacional de Cultura, Instituto Nacional de Estudios de Teatro, Buenos Aires, 1944) .
Criterio que juzgo superado por la categoría que denominamos sistema utilizado por los historiadores de la literatura . El sistema teatral determina un momento histórico, los valores estéticos e ideológico de los grupos culturalmente dominantes y permite entablar una relación comparativa con los hechos teatrales anteriores y posteriores y de ese modo se establecen “tramos temporales dominados por un sistema de normas literarias, cuya introducción, despliegue, diversificación, integración y desarrollo pueden trazarse” .
El historiador del teatro tiene que revisar la documentación gráfica, las obras literarias que dan cuenta de la política y la vida cotidiana del pasado y reinterpretarla en el marco de una teoría socio semiótica del hecho teatral. “Que tenga en cuenta –como afirma Sayas de Lima- la competencia del espectador, las expectativas e intereses generales y específicos y las condiciones materiales de la recepción que incluye la situación física del espectador respecto de la representación y con el resto de la audiencia”.
Siguiendo este modelo de periodización concluiremos que tanto el teatro de la época de Rosas como el de la presidencia de Sarmiento van a coincidir con un teatro de intertexto romántico (1838-1884) que el autor de Facundo apreciaba produciéndole un singular goce estético.
Por esa razón antes de adentrarme en el tema objetivo de este ensayo voy a bucear el aspecto subjetivo que más me agrada la relación estrecha entre el autor de Facundo y el teatro al que apreció cómo espectador y cómo crítico sensible y sagaz. Vale la pena recordar, también, que casi encontró a la muerte en 1873 cuando atentaron contra su vida todo por ir al teatro. Cuánta pasión debe haber despertado en él esta manifestación del arte que acuciado por la sordera acudía a la función donde supongo escucharía muy mal los parlamentos de los actores. Solamente el loco Sarmiento fue capaz de esas y tantas hazañas.
2. SARMIENTO Y EL TEATRO.
La vocación dramática de Sarmiento se entreteje con la trama varias etapas de
su vida, pero sintió despertar su vocación por el teatro apenas iniciada la adolescencia.
Y se arraigará a partir de de 1836 cuando regresa de Chile después del estar exiliado durante cinco años.
La situación de la ciudad de San Juan era similar a la de todas las ciudades importantes del país durante la primera mitad del siglo XIX. Grupos sociales con tradición en la provincia y otros recién afincados buscaban progresar a través del estudio y los negocios. La provincia cuyana quería abrirse paso en un incipiente proceso de industrialización, pero el azote de la montonera, satélite del tirano porteño, había impedido estos avances. Pero los sanjuaninos no se quedaron quietos.
Durante la gobernación de de Martín Yanzón (1834-1836) se tendieron líneas para encarrillar la vida de la provincia por los senderos de la tolerancia. Yanzón, comandante de Facundo Quiroga, en sus años de gobernador clarifica los cuadros de la burocracia lugareña –no muy nutridos como podrá comprenderse- y consigue imprimirle cierto sentido progresista a su actuación.
En 1834, durante su gobernación, un grupo de entusiastas forma la Sociedad Dramática y Filarmónica, que años más tarde integró Sarmiento. La Sociedad nucleaba a un grupo de jóvenes interesados por el teatro y se organizó una verdadera entidad con
un destacado elenco que tomó como sede una antiguas casona que perteneció a los descendientes de don Javier Jofré entroncados con los fundadores de la capital. La sociedad que había nacido con tanto ímpetu no podía sustraerse del momento político que vivía el país y especialmente la provincia y deciden hacer impasse por un tiempo.
Al caer asesinado Facundo Quiroga. Yanzón se enfrenta con Brizuela derrotado deja de ser gobernador es entonces, cuando Nazario Benavides asume como gobernador. Una de las más acertadas medidas que adoptó fue la designación del médico norteamericano Amán Rawson que imprimió al gobierno tolerancia que permite el regreso de muchos jóvenes –entre los que se encontraba don Domingo Faustino- que habían participado en conatos revolucionarios. Coincide con esta situación la llegada desde Buenos Aires, no como beneficiario de la amnistía, del doctor Antonio Aberastain que como veremos tendrá una gran influencia en la cultura sanjuanina.
El doctor Rawson no pierde el tiempo y lo designa Juez de Alzada del Tribunal de San Juan, Aberastain no olvida a su ex condiscípulo Sarmiento en la Escuela de la Patria y le consigue un cargo de procurador con licencia para defender causas menores,
este trabajo le daría una tranquilidad económica que no le bastaba para calmar sus múltiples inquietudes culturales.
La Sociedad Dramática y Filarmónica fundada en 1834 vuelve a funcionar con Aberastaín como presidente y Sarmiento gustoso se incorpora. En 1837 llegó desde Buenos Aires el doctor Manuel Quiroga Rosas, doctor en jurisprudencia que traería consigo las ideas de los jóvenes que se reunían y que el conoció en el Salón Literario de Marcos Sastre, agrupados más tarde en “la Joven Argentina”. El doctor Quiroga Rosas era un hombre mundano cuya versación intelectual, su versatilidad plena de matices universales junto a Aberastaín lograron cumplir una misión fundamental que repercutió en la formación de Sarmiento. Nuevos aires soplaban en San Juan.
Una Joven Argentina cuyana se reunirá en tertulias en la casa de Quiroga Rosas allí concurriran Antonino Aberastaín, Damián Hudson, los Laspiur, Zaballa y Moyano, Indalecio Cortínez, y el ministro Amán Rawson, y sus hijos Franklin y Guillermo con quien Sarmiento, por supuesto integrante del grupo, estaba iniciándose en el estudio del idioma italiano. Este grupo selecto estaba muy cerca de los ideales que los jóvenes Echeverría, Alberdi y Gutierrez estaban desarrollando en Buenos Aires.
¿Y el teatro? En el mismo solar donde se fundó nuevamente comienza funcionar a partir de 1836 la Sociedad Dramática y aquí lo hallamos a Sarmiento como “Primer Decorador de teatro y salón de baile” , pero su función no queda reducida a esta. De la selecta biblioteca de Quiroga Rosas él y sus amigos solían trasladarse al Café del Comercio de Aubone o en la casona de Jofré donde transcurren las horas en el ensayo de obras como El delincuente honrado de Jovellanos o las comedias de Molière, El enfermo imaginario y El convidado de piedra entre otras, aparte la siempre requerida obra de Beaumarchais El barbero de Sevilla. Eso sin contar piezas más ligeras como El abogado Tras o Montes, El Alcalde Sardan y El negro sensible
Las damas que completaban el conjunto parientes de los socios, aparte de sus actuaciones se ocupaban de coser los cortinados, la utilería y confeccionar los trajes de época.
La eficiencia con que la Sociedad realizaba su actividad teatral. El 9 de julio de 1837 según recogen las crónicas se representó gratis para el pueblo, el apólogo Roma libre, seguido de la petit pieza Oscar. Finalizada la representación se organizó un gran baile amenizado por la orquesta compuesta por Castro, Zacarías y Benavides. Ejecutando el piano el joven tucumano Benjamín Villafañe de paso por San Juán.
Hasta aquí la reseña de aquella etapa feliz e inicialmente fecunda. A Sarmiento le espera el destierro. El teatro siempre ha sido una forma de resistir, de metaforizar la realidad, de criticar las costumbres. Era, sin lugar a dudas un acontecimiento singular que los sanjuaninos gozaran de esa expresión genuina de la libertad en tiempos donde cada vez estaba más restringida.
Sarmiento, el inquieto, no se contentó con alimentar su espíritu. Aún no ha cumplido sus treinta años y consiguió cumplir con su labor de educador con la fundación del Colegio Santa Rosa y se sumó a ello su otra pasión la expresión de sus ideas. No quiere guardarse nada “tengo los puños llenos de verdades” afirmó alguna vez con su estilo habitual: exagerado que lo hacía caer fácilmente en una compresible megalomanía y en la sobreactuación. Sarmiento interpretó a Moliére y a Beaumarchais, a Calderón de la Barca a Jovellanos y a Larra. Leyó a Shakespeare, a Dumas padre, a Victor Hugo. Con esa formación funda El Zonda donde se curte el periodista, el publicista, el escritor. ¡Cuánto desprecio se desprende en las líneas que transcribimos por aquellos que envilecen un medio para educar y lo transforman en esa prensa amarilla que contamina hasta esos lobos que pretenden deslumbrar al lector común con la vana y pobre representación de sofistas del nuevo milenio
¿Que es pues un periódico? Una mezquina hoja de papel, llena de retazos, obra sin capítulos, sin prólogo, atestada de bagatelas del momento. Se vende una casa. Se compra un criado. Se ha perdido un perro, y otras mil frioleras, que al día siguiente a nadie interesan. ¿Qué es un periódico? Examinadlo mejor. ¿Qué más contiene? Noticias de países desconocidos, lejanos, cuyos sucesos no pueden interesarnos. (...) Trozos de literatura, retazos de novelas. Decretos de gobierno. (...) Un periódico es el hombre. El ciudadano, la civilización, el cielo, la tierra, lo pasado, lo presente, los crímenes, las grandes acciones, la buena o la mala administración, las necesidades del individuo, la misión del gobierno, la historia contemporánea, la historia de todos los tiempos, el siglo presente, la humanidad en general, la medida de la civilización de un pueblo." D. F. Sarmiento, El Zonda Nº 4.
Teatro, libertad de prensa insisto era mucho pedir. La Patria se estaba desangrando y San Juan si bien gobernada por un moderado como era el General Nazario Benavides formaba parte de la Confederación y sus compromisos con el señor de San Benito de Palermo eran estrechos. El tirano porteño ordenó clausurar la librería de Marcos Sastre y la Asociación de Mayo. Ante este panorama Benavides invitó a Sarmiento a su casa invocando un pretexto pueril que escondía otro motivo más grave: solicitarle moderación en sus páginas de El Zonda.
La actitud de don Domingo Faustino fue mantenerse firme en su actitud y publicó en su diario con toda exactitud la conferencia mantenida con el Gobernador. El 28 de agosto de 1838 se suspende la publicación del diario y cuatro meses más tarde su director es encarcelado en los altos del Cabildo. Un futuro certero se avecinaba la muerte o el destierro
El Gobernador Benavides le había prometido a doña Paula, la madre del prisionero y a sus hermanas que le daría un salvoconducto para que emigrara a Chile, pero el triunfo de Aldao en Mendoza entonó a la soldadesca sanjuanina que presa de
una peligrosa borrachera va a pedir la cabeza de Sarmiento como emblema de la derrota sufrida por los unitarios en la provincia vecina.
Benavides cumplió con su palabra envió a su edecán para protegerlo y después de tres años. El 19 de noviembre de 1840 partió rumbo a Chile con su padre y otros acompañantes escoltado por un piquete de soldados.
Una nueva etapa de su vida le aguardaba con el teatro.
Sarmiento crítico teatral
La amargura del exilio en Chile se transformó en “su teatro” -escribió en 1884-
a quien le debía los más gratos recuerdos. “Quisiera verla antes de morir –como la primera página y la más bella del libro de mi vida”.
La vocación que despertó en San Juan y apenas concretada en la redacción de El Zonda se consolidó en el país trasandino. “Trabajar en la enseñanza chilena era cosa problemática para él; no así escribir un artículo, para lo cual bastábale tener papel y pluma a la mano” . Y de ese modo ingresó como redactor de El Mercurio Don Manuel Rivadeneyra, editor del semanario se comprometió a pagarle treinta pesos mensuales a cambio de que el publicista envíe tres o cuatro colaboraciones por semana. Más de un año actuó en aquella publicación Hay quienes que consideran que durante ese lapso escribió los artículos fundamentales de su carrera periodística allí está presente el crítico teatral, el actor costumbrista y el sociólogo.
Debe considerarse como una circunstancia bastante feliz el hecho de que la obra crítica que realizara Sarmiento sobre algunas obras teatrales de su tiempo no hayan contado hasta estos días con muchos exégetas .
Sarmiento desde las columna de El Mercurio seguirá la senda de don Andrés Bello con una gran diferencia el sanjuanino es un vocacional del teatro su carácter estaba forjado para la aventura dramática esta experiencia le dará un sello personal que apunta más que a lo gramatical a lo conceptual. En una de sus primeras notas apuntará entre escéptico e irónico: “a compañía dramática en ha anunciado la próxima llegada del señor Jiménez que aspira al tratamiento de artista en su profesión…” . Pero sus comentarios no se agotan en cuestiones superficiales. Su vocación de educador percibe que cuanto se puede enseñar a través del teatro:
El teatro en los pueblos modernos no es un mero pasatiempo que no merezca
llamar la atención del gobierno y de los patriotas. El teatro es un foco de
civilización, menos por el espectáculo que ofrece, que por los elementos
que concurren a formarlo; todas las artes le prestan su auxilio y la poesía
y las bellas letras han hecho de él su campo de Marte, en que hacen parada
de sus progresos y de sus ingenios.
En este comentario está la huella de sus lecturas y representaciones sanjuaninas por ejemplo “El delincuente honrado•” de Jovellanos. Esta obra tiene las características propias de la literatura didáctica, de preocupaciones sociales, expresión precursora del romanticismo de factura neoclásica. El siglo jovellanista estuvo hondamente preocupado por la relevancia social del teatro. Sarmiento coincide con la concepción de Jovellanos el drama, debe “instruir, presentando ejemplos y documentos que perfeccionen el espíritu y el corazón”, “el teatro como diversión vana es una peste pública” .
Apoyándose en estas ideas el 19 de julio de 1842 en la crítica del drama histórico novelesco en dos actos Napoleón lo manda de Scribe propone la creación de una escuela de declamación. Y expresa en otra crítica “El teatro tiene esto de bueno, que habla a nuestros sentidos, a nuestro corazón a nuestras ideas” .
Pero para poder causar ese efecto era necesario en ese momento y hasta nuestros días que existan conservatorios con profesores probos e idóneos capaces de modelar y trabajar a conciencia la sensibilidad del actor. La inconciencia colectiva de nuestro tiempo hace que cualquier improvisado enseñe teatro con una irresponsabilidad tal que ni siquiera sea capaz de medir las secuelas psiquiátricas que puede dejar en el futuro actor.
La preocupación de Sarmiento de hace más de un siglo vuelve en nuestro milenio donde los planes de estudio no solamente en nuestro país sino en el mundo se están erradicando las materias y las carreras relacionadas con las artes y las
humanidades tanto en los niveles primario y secundario como en el terciario y universitario .
Sin embargo esa preocupación que transmitía Sarmiento por un teatro portador de valores morales no se vio traslucida en el enfrentamiento que va a mantener la Iglesia Católica con los cultores de la “comedia de magia” . En agosto de 1841 se lleva a cabo una función en beneficio del actor Paso y eligen un melodrama La Nonne
sanglante de Anicet Bourgeois con la colaboración de Maillan -cuya traducción exacta era La Monja sangrienta- .
La Nona Sangrienta fue considerada inmoral. El arzobispo, en un oficio dirigido al ministro del interior, Ramón Luis Irarrázabal, expresó su opinión respecto de los inconvenientes de algunas obras que se presentaban en Santiago.
Con el mayor dolor de mi corazón, he recibido diferentes noticias que me aseguran la malísima elección que se está haciendo de las piezas que se representan en el teatro de esta capital, asegurándome que ellas son motivo de escándalo aun a las personas mas relajadas, por la inmoralidad que a todas luces manifiestan. Yo sería un criminal si con tales avisos permaneciese indiferente, o me contentara con llorar en silencio males tan perniciosos a la religión i la sociedad .
En esta cuestión primó el Sarmiento racionalista y socarrón el mismo nos relatará cuáles son sus genuinos pensamientos y lo dejará traslucir en la crítica que debía escribir:
Entre tanta pieza romántica, diose un dramón llamado la Nona Sangrienta, en que los asesinatos, los esbirros, las mazmorras que se hunden y llenan el teatro de polvo, y los faroles de serenos o espías o bandidos fugaces o fugitivos se cruzan en todas direcciones. No me acuerdo del asunto, sino que era un tejido de horrores. Debía mandar mi artículo al día siguiente a Valparaíso. De regreso del teatro, y con el sombrero encasquetado y la cholla montada con tan gordos disparates, escribí la crítica del drama archirromántico, riéndome a carcajadas de los elogios burlones que le prodigaba para más realzar su fealdad; y como buen obrero que ha sacado su tarea, me entregué, luego de acabada, en brazos de Morfeo, para usar de una rancia y muy gastada y gustada figura .
Hombre de palabra el sanjuanino expresa en su comentario la seriedad
prometida y si bien el dramón estaba plagado de gordos disparates no pierde la ocasión para deslizar sus comentarios volterianos :
Sea lo que fuere, el drama romántico es el protestantismo literario. Antes
había una ley única, incuestionable y sostenida por la sanción de los
siglos; más vino Calvino y Lutero en religión, Dumas y Victor Hugo en el
drama y han suscitado el cisma, la herejía, de que nacieron después el deismo
y el ateismo y el romanticismo en el arte del que, cuando el caos se desembrolle,
veremos salir en materia de teatro ortodoxos puritanos, cuáquero, unitarios y
metodistas. ¿Y que hacer pues? ¿Habrá de recurrirse a la Inquisición? Pero este
medio ha caído en desuso, y los gritos de los de los clásicos, como las hogueras
de aquélla, no podrán continuar la marcha de las ideas; pues que la importancia
de la reforma ha sido demostrada hasta la saciedad.
La crítica sarmientina apunta a lo conceptual y ¿de la obra qué dice puntualmente?:
¿Os aterran con exhibiciones espantosas; os herizan los cabellos de horror; os hacen volver la cara de asco; os deslumhran con la siniestra vislumbra de las llamas; os llena de un placer inefable a la aparición silenciosa de la luna [...]. Pues bien habéis gozado, habéis sufrido ¿Qué mas queréis? Nos abstendremos de hacer un prolijo examen de la pieza, porque no poseemos la medida de lo bueno, de lo cabal, en este género de composiciones, y mui mal haríamos en querer medir con vara, una lonjitud que ha sido medida por estadios, millas romanas, pies de jigantes, o quien sabe que otra medida cabalística. Figúrense nuestros lectores que la pieza es de májia ¿y qué entendemos nosotros de los círculos májicos ni de cómo se hacen las apariciones y las brujerías?
En ese mismo agosto de 1841 se ocupó de las obras de Larra y dijo:
Sin las mejoras de las costumbres, las constituciones democráticas son una burla; sin amor a la libertad, las garantías son un nombre vano; sin interés por la cosa pùblica, la prensa se convierte en instrumento de opresión y el voto universal en sanción de despotismo .
En cuanto a la función de la crítica señaló en este mismo artículo:
La crítica de las costumbres tiene una alta misión: depurar el lenguaje, corregir los abusos, perseguir los vicios, difundir las buenas ideas, atacar las preocupaciones que les cierran el paso, y destruyendo todos los escombros que lo pasado nos ha dejado, preparar el porvenir.
Su labor como crítico de teatro va a continuar durante su exilio chileno, su nombre va cobrar notoriedad y sus notas van a ser comentadas por la sociedad culta de Santiago. En 1845 tiene la oportunidad de viajar a Europa, llega a España en un momento especial la boda real entre Isabel II y su primo el infante Francisco de Paula y voy a concluir este apartado con una carta dirigida a don Saturnino María Laspiur el 20 de noviembre de 1846:
Mi estimado amigo: durante mi mansión en España, lo he tenido más que presente que de ordinario y tanto que al fin he concluido por escribirle. ¿Sabe usted porque? El año 27 íbamos a Chile o veníamos, lo que hace poco para la verdad Histórica, y como aquél eterno subir o bajar por cuchilla no sea la función más entretenida, ni el talonar sin descanso la mula despeje el ánimo de la gana de adormecerse que a cada rato le asalta, contábamos cuentos, referíase historias, batallas, o recitábanse versos, a fin de acortar horas tan largas y tan pesadas (…) Era Usted como más leído y ladino, el historiógrafo de la sociedad ambulante aquella(…) Una vez entre tantas vínole a usted a las mientes el argumento de la famosa comedia de Moreto “El desdén con el desdén” , y nos lo narró sin perder una jota del texto, pero -cosa que el texto no trae- con acompañamiento de todos los pasajes salados de aquella risa alegre cordial, eterna; que para su propia felicidad le deparo Dios…
Sarmiento confiesa en la misma carta que no sabe la razón pero la comedia permaneció “estereotipada” en su memoria privilegiada y recuerda un parlamento del paje Polilla: Ego sunt pauper et inamoratis ¿Y de quién está enamorado Usted? “-Non, sinon escarmentatus…” . Estas reminiscencias juveniles renacieron en Madrid en 1846
donde llegó invitado por un editor el imprentero español Don Manuel Rivadeneyra. Su estadía en Madrid coincidió con el casamiento de la reina Isabel II con su primo el infante Francisco de Paula. Sarmiento fue testigo de aquel acontecimiento que se celebró como Dios manda, el Teatro del Príncipe puso en escena “El Desden con el desden”, es de imaginar que no faltó a la función y también es comprensible su decepción:
“… no obstante el grande aparato escénico y el talento de los primeros actores de Madrid, la pieza no me produjo el placer que yo esperaba. Mil veces mejor era el “Desden con el desden” que había oído en la Cordillera, repechando cuestas, representado por D. Saturnino Laspiur, sobre su mula parda y espoleando para no perder camino…”
Los recuerdos de aquellos años no lo alegraron al contrario poblaron esa noche madrileña de pena y melancolía. ¿Ese viaje en mula de 1827 habrá despertado una sucesión de recuerdos que concluiría en su status de exiliado en 1846? Ni los libros, ni los viajes por Estados Unidos y Europa pueden compensar la amargura de la injusticia de estar lejos de la tierra que ama y que testimonia en la carta a Don Saturnino Laspiur que se convierte en el documento liminar para concluir esta exégesis que fuimos desarrollando.
3. El Teatro en Buenos Aires durante 1868-1874
Después de Caseros se inicia una etapa extranjerizante en todos los campos : la
sociedad porteña desplaza los entretenimiento de origen español o campero y adopta el etilo de sociabilidad difundido por los ingleses el club los deportes, y la vida al aire
libre. Las mujeres adoptan el estilo ingles en peinados y vestimenta distribuyendo su tiempo en la asistencia a bailes familiares y de clubes privados, la ópera y los paseos al aire libre.
“Entre 1856 y 1900 – afirma Zayas de Lima- se levantaron en Buenos Aires treinta y seis teatros en los que se realizaron los más diversos espectáculos. Diez de estos edificios estaban alejados del centro, algunos casi en la periferia, en zonas como Flores y la Boca”
El viejo Teatro Colón emplazado en el predio que ocupa hoy la sede central del Banco Nación se inauguró en 1857 y fue cerrado en 1888. Con capacidad para 2500 espectadores se convirtió en el escenario iberoamericano donde se estrenaron las operas más importantes y desfilaron además los cantantes más afamados del mundo. En 1872 se inauguró el Teatro de la Opera –en el lugar que ocupa hoy el cine-teatro del mismo nombre-. Fue un digno sucesor del viejo teatro Colón en 1889 y 1900 cantó allí el gran Enrico Caruso.
Un público no tan exigente optará a partir, también, en 1872 al Teatro Variedades a la representación de operetas francesas mientras bebía cerveza en sus mesas. La zarzuela tendrá su lugar en el Teatro de la Alegría a partir de 1870. “Variete, vaudeville, opereta y can can eran ofrecidos en El Alcazar al que jóvenes alegres concurrían entre 1861 y 1875” . En 1870 cobra importancia la apertura del Teatro de la Alegría, receptáculo de los bailes de los negros que ya no se hacían en las calles sino en esta nueva sala. Coexistía un teatro culto que disfrutaban las familias tradicionales y la pujante burguesía argentina inmigrantes e hijos de inmigrantes afincados desde antes de la Organización Nacional y los que fueron llegando a partir del gobierno de Mitre y otro tipo de teatro popular disfrutado por sectores no tan educados o prejuiciosos de que el buen teatro es para los ricos. Una idea bastante distorsionada por ejemplo con respecto al Teatro Colón donde la entrada más barata cuesta treinta pesos y muchos lo estigmatizan como un divertimento de la oligarquìa.
Vale la pena mencionar como un espectáculo parateatral el primer corso que se realizó en Buenos Aires en 1869 a cuatro meses e la presidencia de Sarmiento el que asistió con grandes pomos bajo el poncho dispuesto a los juegos de agua. Entre las comparsas “Los Tenorios”, “La Estrella del Sur”, “Los Habitantes de la Luna”, “Los Hijos de Lucifer”, participó Juan Bautista Alberdi disfrazado de negro bailando y cantando la música y los versos que había compuesto para la ocasión.
ADELAIDA RISTORI, TOMASSO SALVINI y ENESTO ROSSI
El teatro, se convirtió en una de las actividades culturales más importantes. En las numerosas salas que he mencionado se ofrecieron las obras más renombradas de la lírica y dramática universales, y en las cuales actúaron Adelaida Ristori, Tomasso Salvini y Ernesto Rossi y a fin del siglo XIX Leonora Dusse y Sarah Bernhardt,
Como puede advertirse el teatro europeo ocupaba los centro de la escena teatral. En las crónicas de los diarios puede encontrarse, durante este período, esporádicamente, el estreno de un autor nacional.
Voy a detenerme en Adelaide o Adelaida Ristori que fue “eminente trágica italiana y una de las glorias más indiscutibles del arte dramático del pasado siglo
(XIX)” . Nació en Cividale (Friori) en 1821 y era hija del representante de la compañía Sardá por lo que desde niña piso las tablas, su primera salida fue en la obra Francesca Rimini. Como primera actriz debutó en la citada compañía cuando sólo contaba con diecisiete años. A partir de ese momento realizó giras por distintos teatros de Italia en Parma obtuvo sus primeros triunfos interpretando comedias de Goldoni,
pero donde su temperamento dramático hallo ambiente propio fue en la tragedia y en la interpretación de las grandes pasiones con arte soberano fue donde adquirió gran fama. Se casó en 1847 con el marqués de Caprónica, se retiró de la escena pero al presentarse en una función benéfica en 1854 fue tal éxito de Adelaida Ristori que al calor del aplauso se encendió de nuevo su vocación artística y volvió a la vida del teatro. Tres años más tarde triunfó en España.
En Paris representó en francés varias obras, entre otras Béatrix , de
Légouvé escrita ex profeso para la actriz En 1872 Emile Zola publicó La Cureé la novela –según su autor- trata de la vida estúpida y de crápula elegante de nuestros jóvenes ricos”. Maxime y Renée van al teatro con la intención de admirar a la Ristori, que había actuado en Paris varias temporadas, la última dos años antes de publicarse La Curee vale decir cuando Zola estaba en plena preparación de es a novela. En ella la Ristori interpreta en la capital francesa la traducción italiana de la Fedra de Racine, hecho nada chocante entonces .
Es evidente que la Ristori debió ser una actriz impactante. Alfonse de Lamartine le dedico una poesía escrita espontáneamente al salir del teatro que dice: De Alfieri en nuestro espíritu derramas/ la amarga hiel, las iras y el dolor/ y a las pàginas mudas de su drama/ das entusiasmo y luz, vida y color. Das tu sangre a sus sombras altaneras/ tú logras ser su intérprete, su igual,/ y al vivir con tu vida sus quimeras/ el genio os liga en vínculo inmortal. El drama agitador encierra en vano/ Cuantos ecos da el alma a la pasión/ de el no brota el dolor sin que tu/mano las cuerdas venga a bien el corazón. A Francia el Arno trágico le envía/ de Alfieri el triunfo a compartir con él/ a él le hizo Dios poeta, a ti poesía:/ la gloria os debe idéntico laurel. Tus acentos de dicha o de quebranto/ sin júbilo o dolor nadie escuchó/ lloramos si, pero antes ese llanto/de tu abrazado corazón salió.
La carrera de la Ristori continuó y su periplo escénico parece no tener límites Belgica, Alemania, Inglaterra, Turquía –donde dio treinta funciones en el famoso teatro Naum de Constantinopla en 1864 colmando su capacidad todas las noches - América y Australia celebraron a porfía su talento. Su figura, su rostro de una expresión admirable y su voz que dominaba lo mismo el tono de la ternura que presentan las pasiones trágicas y su gran atractivo físico también cautivó al público porteño y al teatrista presidente de aquél entonces.
…en septiembre de 1869 había llegado a Buenos Aires –escribe Mariano G.
Bosch- y debutado en el Teatro Argentino la mayor trágica del mundo
Y la que hasta el momento actual no ha sido aun superada. Adelaida Ristori
Estaba en plenitud d sus facultades, en esa edad en que el artista ha llegado
Al perfeccionamiento de los recursos, resultado de la contribución del estudio
la experiencia adquirida en largos años de actuación en las tablas y serenidad
consciente de la edad, que permite combinar convenientemente el todo. Tenía
la Ristoi 47 años, cuando por primera vez la admiraron los espectadores
porteños en el teatro de los triunfos de la Guevara y Matilde Díaz.
El debut de la Ristori fue con la tragedia en tres actos Medea de Lejouvè traducida para la actriz por José Montanelli , la reitiò en dos noches consecutivas, estrenando en la tercera funcion la Pia di Tolomeo tragedia en cinco actos de Carlo Marenco que según Bosch “ocasionó una verdadera conmoción en el público por el asombro y entusiasmo que produjo la genial interpretación” . La quinta función fue con Huidita, la primer tragedia que conoció Buenos Aires de Pablo Giacometti que la habìa escrito como Elisabetta, regina d`Inghiterra, especialmente para la Ristori. La sexta función fue con María Stuardo y la octaba se estrenó la Elisabetta, titulada gran drama histórico, en 5 actos.
Además interpretó los éxitos de su repertorio: Fedra de Racine, Tisbe de Victor Hugo; Mirra de Alfieri, Macbeth de Shakespeare. En el mes de octubre hizo lo propio con María Antonieta –drama histórico en cinco actos- de Giacometto y la tragedia Cam , la sacerdotisa –tragedia en tres escrita especialmente para ella por José Montanelli. Dejó para el final el estreno de Suor Teresa de Luigi Camoletti, el 28 de septiembre que repitió en varias funciones: “valiéndole –afirmó Bosch- uno de esos triunfos que hacen época en la historia de un artista”.
La primera representación de ella provocó un entusiasmo tan extraordinario y
Delirante que poco faltó para que el público invadiera la escena, al final de la
obra y la sacara en andas. Cuando después de su partida, volvió a Buenos Aires
por segunda vez, le pidieron que repitiera esa felicísima pieza y una noche de las
que la dio, el público frenético, encabezado por el más entusiasta de sus
admiradores, don Jaime Llavallol, la esperó a la salida del teatro y desatando los
caballos de su coche la llevaron hasta el hotel donde vivía, tirando todos de él,
como cierta vez se había hecho con Manuelita Rosas y más tarde se haría con
Don Bartola, cuando su jubileo .
De acuerdo con las crónicas de la época el público vivió con entusiasmo la temporada teatral de 1869. Sobre todo porque era una de las primera actrices de reconocido nivel mundial que visitaba la ciudad de Buenos Aires. Los memoriosos recordarían a Matilde Diez (Madrid, 1818 - † 15 de enero de 1883) aunque Bosch dirá que esta actriz es de otro orden y nunca del novísmo arte italiano “que llegaba representado de tan brillante manera; que los teatros de diez años a esa parte no habían ofrecido más notabilidad ponderable que la Ducló o Mac Kay” .
Los años 1867, 69, 71 y 73 fueron de gran apogeo para el teatro en Buenos Aires por la presencia de Mac Kay, la Ristori, Salvini y Rossi el público disfrutó a esa “la línea de las más altas cumbres en el arte teatral” hasta el estallido de la Guerra de la Triple Alianza primero y después la epidemia de fiebre amarilla conspiraron con las finanzas de las compañías extranjeras que tanto deleitaban a quienes vivián o visitaban a la Gran Aldea.
El año 1871 será recordado por la epidemia de fiebre amarilla que azotó a la Gran Aldea, pero en la historia del teatro quedará registrada la visita de Tomasso Salvini y Ernesto Rossi.
Salvini contaba con cuarenta y dos años. Nació en Milan en 1829, debutó a los catorce años, sin preparación ni estudios, para sustituir a un artista que estaba enfermo “y lo hizo a regañadientes porque el papel que le encomedaron era un papel gracioso y a Salvini no le gustaba reirse en el Teatro. El se sentía atraído por la tragedia. Las noches que en el teatro no se hacían tragedias, Salvini rogaba a su padre que le dejara en casa” . Su padre también actor lo puso en manos del maestro Gustavo Modena y permaneció en su compañía aprendiendo el oficio del arte escénico, después continuó su carrera en la compañía del Real de Nápoles.
…de cuerpo recio y fuerte, rostro enérgico y anguloso, ojos verdosos.
Su voz era grave y ronca y adquiriendo en los momentos álgidos de sus
Interpretaciones, la intensidad terrible del rugido de la fiera, podía
Dominarse, podía aplacarse, pero siempre y en todos los momentos
conservaba la gravedad imponente. Los viejos decían que tenía más
intensidad que Casacuberta tenía más bellas inflexiones, transiciones
más definidas y sobre todo dulzuras más tiernas y dolientes. Salvini
asombraba más pero enternecía menos .
Salvini debutó en el Teatro Colón con Salivan o el artista y el comerciante de Melesville –una pieza donde encontramos elementos de la tragedia y de la comedia en tres actos-. Pero donde la crítica de la época coincide que actuó de una manera memorable fue en Josué el guardacosta.
Era un marinero auténtico, rudo, tosco, bueno y simpático, con otra voz con
otros modales, otro modo de caminar, otra figura. Aquel no era el artista que
hiciera noches atrás Sullivan ni Orestes, ni el que tomara parte en Pamela
de Goldoni , aquél era otro irreconocible .
Creo que todo actor debe ser arrebatado por la emoción –escribió Salvini- que representa. No tan sólo ha de experimentar emoción una o dos veces, o cuando estudia su papel, sino que ha de sentirla en mayor o menor grado, no importa cuando represente el papel, ya sea por primera o por milésima vez; tan sólo de este modo conmoverá el corazón de sus espectadores.
El otro genial italiano de las tablas fue Enrique Rossi. Debutó el 7 de octubre en el antiguo teatro Coliseo con un drama: Los dos sargentos basado en el melodrama francés El mendigo de Bruselas la que repitió en tres ocasiones. Interpretó Romeo y Julieta, Luis XI, Otelo, La fuerza de la conciencia y Hamlet.
En Kean y en Otelo estaba irreprochable y su interpretación se ajustaba en un todo a la justa concepción de esos dramas, y llenaba de orgullo a los espectadores argentinos que habían visto esos papeles representados por Juan Aurelio Casacuberta en 1839, de idéntica manera cual si ambos artistas los hubieran comprendido con la igualdad de criterio más asombrosa y rara”.
El 7 de noviembre después de dieciocho funciones en el teatro Alegría paso a Colón, donde dio doce representaciones de sus grandes éxitos y estrenó Sardanápalo de Lord Byron, El campanero de San Pablo de Dumas, El Cid Campeador, Felipe II de Alfieri.
Como lo había hecho Salvini dejó Buenos Aires y partió hacia la ciudad de Rosario.
Hemos terminado este recorrido y lo hacemos con un dejo de nostalgia. “La barbarie de la especialización” ha destruido ese espíritu grande de hombres apasionados no solamente por la política, apasionados por todo lo que nos ofrece la vida y dentro de esas incontables posibilidades nos permite jugar a través del teatro. Y Sarmiento el hombre del gesto adusto conoció ese juego desde sus entrañas mismas y disfrutando las buenas actuaciones y maldiciendo seguramente las malas pensando como Juan de Mairena en alguna de esas noches malogradas de teatro que no hay mejor espectador que aquél que se queda en su casa.
Sarmiento actor, escenógrafo, crítico teatral y buen espectador. Que más podemos pedirle ante tanta pobreza espiritual que nos circunda.
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